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domingo, 29 de diciembre de 2013

Itálicas, por Giuseppe Ungaretti

“Las páginas aquí reunidas, en sus seis primeras partes, fueron escritas entre 1931 y 1934. Aparecieron entonces en la Gazzeta del Popolo, de Turín. La fecha de cada capítulo corresponde a la de la publicación en ese diario, pero se trata de páginas elaboradas sobre apuntes hechos durante esos viajes, de uno y, a veces, de dos meses antes…”, escribió Ungaretti en el prefacio de Il deserto e dopo, (1931-1946, Milano, Mondadori, 1961). Se trata de un excepcional diario de viaje y, al mismo tiempo, de un libro con páginas de excelente poesía diseminada en relatos, ensayos y estudios sobre el espíritu religioso y filosófico de varios pueblos. Pero tal vez los textos más intensos y entrañados sean los dedicados a su Alejandría natal, esa Alejandría espléndida y andrajosa, turbulenta y fatalista.(Traducción de Guillermo Fernández. Publicado en la revista Tierra Adentro, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, número 61, octubre de 1992)



Perfume de algas

Ahora sueño al percibir otra vez el perfume de las algas de este mar. Un perfume único en el mundo. Su frescura punzante aquí es enorme, como la náusea que la acompaña.



Alejandro Magno

“¿Por qué esos hombres escarban como hormigas bajo esa mezquita, en tumbas de santones y bajás en todas esas galerías?”
“Buscan la sema donde Alejandro Magno recibió su sepultura y honores como un dios”.
Quizá no regrese a la luz, en su féretro de cristal, el cuerpo embalsamado del venturoso monarca; pero esta ciudad que él erigió sobre la arena fue, durante nueve siglos, la caldera en que se consumieron y fundieron los sueños de Oriente y Occidente. El hecho de sacarla a la luz es algo que merece toda la veneración en siglos venideros.
Alejandro, lleno de ceñuda gracia sobre el ímpetu del caballo, como puede verse en antiguas figuras, de los veinte a los treinta y tres años de su rápida existencia, realizó prodigios, y siempre lo he admirado como el modelo de la juventud.
Nació cuando comenzaba a propagarse la idea de que ser griego no dependía de la sangre sino de la educación; cuando corría la voz de que digno de llamarse griego era quien, en virtud de sentirse tal, demostraba ser hombre verdadero al colocar su dignidad en la plenitud humana. Nació cuando surgía el helenismo, esa corriente de ideas que impelía al griego a sentir su misión no como algo municipal sino universal. El discípulo de Aristóteles también era fruto de una tierra a la antigua.
A Filipo, su padre –del cual fue heredero a los veinte años de edad-, debió el ordenamiento rural de la Macedonia, de la que fue rey, y la lúcida energía que impuso al comando en la guerra de los demás estados griegos, presa ya de las discordias civiles. Olimpia, su madre, era de sangre furibunda: portaba como collar una serpiente viva. Era natural que Alejandro no pudiese concebir la idea del helenismo, que también la animaba, sino mediante una fantasía homérica.
Basta echar una ojeada a un mapa para medir la vastedad de su aventura, la primera grande de Occidente. Empleando los nombres actuales, ésta incluía Egipto y Cirenaica; en Asia Menor, Siria, Palestina, Armenia, Kurdistán, Mesopotamia, Persia, Bujara, Afganistán y Beluchistán. Cruzó el Indo.
El imperio se desmembra al morir Alejandro; pero no cesa, en vastas zonas, el dominio helénico; y no cesa lo que habría de tener consecuencias memorables incluso en la India: la prosecución espiritual de la aventura. Se establece una prolongada convivencia de la civilización europea con varios mundos orientales, una lenta corrupción de pensamientos y de formas que renovaría el mundo.
Se ha dicho que Alejandría fue la caldera donde el complejo tormento antiguo alcanzó la solución. Y por muchas razones. En principio, me parece, porque Alejandría se convirtió en el puerto del mundo; por surgir más acá del umbral de Egipto, en cierto sentido, Alejandría no formaba parte de Egipto. Ciudad extranjera, distante del Nilo, Egipto es un oasis cerrado. La suya fue una civilización singular, que recibió de la naturaleza y pidió al arte todas las precauciones para permanecer impenetrable en torno de su río.

jueves, 3 de octubre de 2013

Creer o reventar: poesía a dos voces

por Gerardo Burton



Dos voces, una voz, dos voces. Creer o reventar, un diálogo poético pop en el escenario de la religiosidad popular, donde pululan los santos que jamás llegan a los altares de la ortodoxia y por eso quedan, sobre todo, a los costados de las rutas poblados de exvotos.
Las botellas de la Difunta; los paños rojos del Gauchito, las canciones de Gilda y el desparpajo de estar en el margen, cultivarlo y no abandonarlo jamás. Así son los poemas que Ro Olivero y Carina Rita (Medina de apellido, casi un emblema de cumbia su nombre) profieren dos voces, con dos lenguas que horadan con palabras y cantos la normalidad y las convenciones.

viernes, 27 de septiembre de 2013

El absurdo creador



Jean Cohen, teórico de la poesía, es autor de dos obras: Structure du langage poétique (Flammarion/Champs, 1966) y Le haut langage (Flammarion, 1979). El segundo se reeditó en José Corti en 1995, poco después de la muerte del autor. Este artículo apareció en Les Inrockuptibles (número 13) en ocasión de esa reedición.

por Michel Houellebecq


Structure du langage poétique (Estructura del lenguaje poético) cumple los criterios de seriedad de la Universidad; lo cual no tiene por qué ser forzosamente una crítica. Jean Cohen observa en su libro que la poesía se permite considerables desviaciones comparada con el lenguaje prosaico, ordinario, el que sirve para transmitir información. Emplea constantemente epítetos no pertinentes (“crepúsculos blancos”, Mallarmé; “negros perfumes”, Rimbaud). No se resiste al placer de lo obvio (“No lo desgarres con tus dos manos blancas”, Verlaine; el espíritu prosaico se ríe burlón: ¿acaso ella tenía tres?). No le asusta cierta inconsecuencia (“Ruth pensaba y Booz soñaba; la hierba era negra”, Hugo; dos notaciones yuxtapuestas, señala Cohen, cuya unidad lógica no se entiende demasiado bien). Se complace con deleite en la redundancia, proscrita en prosa con el nombre de repetición; un caso límite sería el poema de García Lorca Llanto por Ignacio Sánchez Mejías,, en el que las palabras “cinco de la tarde” aparecen treinta veces en los primeros cincuenta y dos versos. Para establecer su tesis, el autor lleva a cabo un análisis estadístico comparativo de textos poéticos y textos en prosa (para él, el colmo de prosaico –cosa muy significativa- son los escritos de los grandes científicos de finales del siglo XIX: Pasteur, Claude Bernard, Marcelin Berthelot). El mismo método le permite comprobar que la desviación poética es mucho mayor en los románticos que en los clásicos, y aumenta todavía más en los simbolistas. Uno, intuitivamente, ya se lo olía; no obstante, es agradable verlo demostrado con tal claridad. Cuando acaba el libro, uno está seguro de una cosa: el autor ha señalado ciertas desviaciones características de la poesía, sí; ¿pero a qué tienden todas esas desviaciones? ¿Cuál es su objetivo, si es que lo tienen?

jueves, 15 de agosto de 2013

Daniel Giribaldi: dos sonetos


Uno de los principales poetas lunfardos

EL VELORIO

Me moriré en París o en el carajo
un día jueves o, si no, un domingo
en un bulín que está, si no le chingo,
cerca del Rin, el Paraná o el Tajo.

jueves, 25 de julio de 2013

De “Esas ramas altas”, de Jorge Isaías

Tres poemas elegidos al azar de este volumen editado por Ciudad Gótica en Rosario, en abril de 2013. Son textos cargados de lirismo y melancolía, que convocan a la introspección, a la meditación. Isaías demuestra que la contemplación no es patrimonio exclusivo de monjes o practicantes del budismo zen. Al final, una crítica de Ana Bugiolacchio.


XXII

En el ocaso
fue la sangre
del sol
entre las altas
llamaradas
de los pinos.
o el cobre
de los fresnos
en la quietud
de un abril
lejano
que abrió
como una llave
aquella luz
para siempre
recordada.

sábado, 20 de julio de 2013

Alda Merini: Poemas







Su esperma bebido por mis labios
era la comunión con la tierra.
Bebía con mi magnífica
exaltación
mirando sus ojos negros
que huían como gacelas.
Y jamás una manta fue más cálida y lejana
y jamás fue más feroz
el placer dentro de la carne.
Nos partíamos en dos
como el timón de una nave
que se abría para un largo viaje.
Teníamos con nosotros los víveres
para muchos años todavía
y besos y esperanzas
y no creíamos más en Dios
porque éramos felices.


jueves, 4 de abril de 2013

Notas sobre poesía


por Gerardo Burton



Calímaco dice que hay tres notas para la creación poética: esfuerzo en la producción; delicadeza en la selección y brevedad en la concreción final. Agrego una cuarta: revelación, epifanía.

Decir mucho en pocas palabras, quizás una. El adjetivo, cuando no da vida, mata (Huidobro). Entonces, dos ejes principales: sustantivo y verbo. O sea: esencia y movimiento; sustancia y acto.

Desbrozar de a poco las imágenes, de manera que la voz sea clara y sugerente. Adjetivo: es un arma de doble filo.

Que la verdad aparezca naturalmente, ligada a lo dicho. Experiencia más que sentimiento.

Que la sonoridad venga luego. Evitar la verborragia para limpiar la mirada poética de apariencias. Crear en quien lee la conciencia de re-creador de la realidad. Asistir a los mundos nuevos con la serenidad y la pasión de un dios: el poeta como demiurgo. (Aclaración: Hoy, a más de veinticinco años de haber escrito estas notas, no estoy tan seguro de que sea así).

Valorar los silencios y espacios blancos tanto como los versos, sílabas y acentos. Dibujar el poema en la hoja en blanco.

Distribuir los sentidos y los oídos, llenar de voz los rincones y hacer surgir, casi de la nada, los objetos y los ideales.

Doble polo de paz y guerra: paz en lo escrito y guerra contra uno mismo y la materia. Entrar profundamente en lo polvoriento, lo usado, lo lleno de naturaleza.

Dominar el voluntarismo y el racionalismo. Primero vaya gloriosa la intuición, y luego el goce lúdico. Más adelante, el esfuerzo productivo y el principio de organización. Ojo: que el orden no aniquile la intuición. Que el espíritu no sea menos que la letra.



martes, 22 de enero de 2013

La poesía no es un adorno


(Fragmento de “Hölderlin y la esencia de la poesía”)
por Martin Heidegger

Lo que el hombre hace y persigue lo adquiere y merece por su propio esfuerzo. “Sin embargo –dice Hölderlin en duro contraste-, todo esto no toca la esencia de su morada en esta tierra, todo esto no llega a la razón de ser de la existencia humana”.
Ésta es “poética” en su fundamente. Pero nosotros entendemos ahora a la poesía como el nombrar que instaura los dioses y la esencia de las cosas. “Habitar poéticamente” significa estar en la presencia de los dioses y ser tocado por la esencia cercana de las cosas. Que la existencia es “poética” en su fundamente quiere decir, igualmente, que le estar instaurada (fundamentada) no es un mérito, sino una donación.
La poesía no es un adorno que acompaña la existencia humana, ni sólo una pasajera exaltación ni un acaloramiento y diversión. La poesía es el fundamento que soporta la historia, y por ello no es tampoco una manifestación de la cultura, y menos aún la mera “expresión” del “alma de la cultura”.
Que nuestra existencia sea en el fondo poética no puede, en fin, significar que sea propiamente sólo un juego inofensivo. Pero ¿no llama Hölderlin mismo a la poesía, en la primera palabra-guía citada, “la más inocente de las ocupaciones”? ¿Cómo se compagina esto con la esencia de la poesía que ahora explicamos? Con esto retrocedemos a la pregunta que de pronto habíamos puesto a un lado. Y al contestar esa pregunta tratemos a la vez de resumir ante la mirada interna la esencia de la poesía y del poeta.
El primer resultado fue que el reino de la acción de la poesía es el lenguaje. Por lo tanto, la esencia de la poesía debe ser concebida por la esencia del lenguaje. Pero en segundo lugar se puso en claro que la poesía, el nombrar que instaura el ser y la esencia de las cosas, no es un decir caprichoso, sino aquel por el que se hace público todo cuanto después hablamos y tratamos en el lenguaje cotidiano. Por lo tanto, la poesía no toma el lenguaje como un material ya existente, sino que la poesía misma hace posible el lenguaje. La poesía es el lenguaje primitivo de un pueblo histórico. Al contrario, entonces es preciso entender la esencia del lenguaje por la esencia de la poesía.
el fundamento de la existencia humana es el diálogo como el propio acontecer del lenguaje. Pero el lenguaje primitivo es la poesía como instauración del ser. Sin embargo, el lenguaje es 2el más peligroso de los bienes”. Entonces la poesía es la obra más peligrosa y a la vez “la más inocente de las ocupaciones”.
En efecto, cuando podamos concebir ambas determinaciones en un solo pensamiento, concebiremos la plena esencia de la poesía.
Pero entonces: ¿es la poesía la obra más peligrosa? En la carta a un amigo, antes de su partida para el último viaje a Francia, escribe Hölderlin: “¡Oh, amigo! El mundo está ante mí más claro que otra vez y más serio. Me gusta cómo va, me gusta, como cuando en verano el viejo padre sagrado, con mano tranquila, sacude la nube rojiza con relámpagos de bendición. Pues entre todo lo que puedo ver de Dios es esta señal la que se ha hecho predilecta. Antes saltaba de júbilo por una nueva verdad, una visión mejor de lo que está sobre nosotros y a nuestro alrededor; ahora temo que me suceda al final lo que al viejo Tántalo, que recibió de los dioses más de lo que podría digerir” (v. 321)
El poeta está expuesto a los relámpagos de Dios. De eso habla aquella poesía que nosotros reconocemos como la más pura poesía de la esencia de la poesía…


sábado, 19 de enero de 2013

HIPÓTESIS: Mahmud Darwish

Segunda entrega del ciclo ideado y producido por Gerardo Burton y Guillermo Inda, que se emite por Radio Universidad Nacional del Comahue-CALF. Aquí, el poeta palestino Mahmud Darwish

hipótesis - mahmud darwish

jueves, 17 de enero de 2013

Aquí, HIPÓTESIS, con Cesare Pavese

Ciclo 2011-2012 del micro de música y poesíaA emitido por Radio Universidad Nacional del Comahue-CALF, en Neuquén, producido por Gerardo Burton y Guillermo Inda
hipótesis