por Leopoldo Marechal
Cuando se haya redimido este ya
largo deshonor
que gravita
sobre Latinoamérica;
Cuando esa gran vergüenza sea
lavada con el buen jabón
que da la
sangre de los héroes
Cuando la libertad no sea entre
nosotros un giro en dólares
y una ilusión
tramposa
Entonces compañero se verá, cómo
un fénix puede resucitar
de su acostada
ceniza.
y no importa si el mismo sol
alumbra por igual ahora
la tumba de un
guerrillero recién caído
y la espada estéril de los
tristísimos generales.
De
qué te indignas hombre? Por qué lloras mujer?
No sabías que un héroe debe
morir y muere
como llevado
por su hermoso viento.
El héroe fue una instancia que
ni sabía dormir
y un desvelo
con la boca llena de clamor
Un peligro, en suma, y una
incomodidad irritante
Por eso cuando el héroe sucumbe
los malditos en acto
se alegran de
frente
y los benditos cautelosos se
duelen de perfil
Oh Che! No soy yo quién ha de
llorar
sobre tu carne
derrotada
Porque otra vez contemplo una
balanza ya puesta en equilibrio por tu combate último
y frente a esa balanza, diré a
tus enemigos
y los
nuestros:
Han hecho ustedes un motor
inmóvil
de un guerrero movible
Y ese motor inmóvil que abierto
en Santa Cruz
Ya está organizando el ritmo
de las futuras batallas.
Poema hallado en la edición de Heptamerón, mecanografiado por su autor.
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