1.- Lo más importante es la vida: el estilo tiene que vivir.
2.- El estilo tiene que estar apropiado a la persona, en función de una determinada persona a la que trata de comunicar tu pensamiento (la ley de la doble relación).
3.- Antes de tomar la pluma hay que saber exactamente cómo expresaríamos de viva voz lo que tenemos que decir. Escribir tiene que ser nada más que una imitación.
4.- El escritor dista mucho de poseer todos los medios del orador. Por consiguiente tiene que expresarse en forma de discurso muy expresivo. Su reflejo escrito parecerá de todos modos mucho más apagado que su modelo.
5.- La riqueza de vida se expresa por la riqueza de los gestos. Hay que aprender a considerarlo todo como un gesto: la largura y la cesura de las frases, la puntuación, las respiraciones; por último, la elección de las palabras.
6.- ¡Cuidado con el ritmo! Sólo tienen derecho a él los que tienen profunda y larga respiración hablando. En la mayoría, el ritmo no es más que una afectación.
7.- El estilo tiene que mostrar que se cree en los propios pensamientos, no solamente que se piensan, sino que se sienten.
8.- Cuanto más abstracta es la verdad que se quiere enseñar, tanto más importa que hacia ella converjan todos los sentidos del lector.
9.- El tacto del buen prosista en la elección de sus medios, consiste en acercarse a la poesía hasta rozarla, pero sin jamás franquear los límites que la separan.
10.- No es sabio ni hábil privar al lector de sus refutaciones más fáciles; en cambio, es muy sabio y muy hábil dejarle el cuidado de formular por sí mismo la última palabra de nuestra sabiduría.
Tomado de “Nietzsche”, por Lou Andréas-Salomé, Madrid, Zero, 1986. Trad. Luis Pasamar
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