Este texto fue presentado por los
autores como cierre del seminario “Secciones poéticas: Lecturas en
Torno a la poesía del siglo XXI escrita en Patagonia Argentina”,
dicado por Silvia Mellado em la Universidad Nacional del Comahue,
sede Neuquén, en abril de este año. La actividad está en el
programa elaborado por el Centro Patagónico de Estudios
Latinoamericanos y la Cátedra libre de literatura patagónica David
Lagmanovich, dirigidos por Laura Pollastri y Gabriela Espinosa.
I. Sacar la lengua en mofa aguda
En agosto de 1986, en la ciudad de
Neuquén, un grupo de poetas que había participado del grupo Coirón
y del Centro de Escritores Patagónicos, convocó a un recital en el
auditorio del subsuelo de las oficinas de la Municipalidad de
Neuquén. El programa incluía, entre otros, a Eduardo Palma Moreno,
autoconstituido en líder del espectáculo, a Horacio Bascuñán,
Raúl Mansilla, a los hermanos Vladimir y Oscar Cares Leiva, y a una
chica de poco más de veinte años que deslumbró: tímida, como
pidiendo permiso para estar en ese escenario, comenzó a leer.
El dato no es certero, pero el primer
poema recitado acaso fuera “Huaritaco”. A continuación, esa
misma chica miró al público, que escuchaba en penumbras, y mostró
su desdén dolorido con “Usted cordilleree”. De ese modo, se
conjuró una presencia que se repetiría en cada recitado, en cada
lectura posterior, durante más de treinta años.
Durante el mismo año, alentada por su
amigo de “legendaria generosidad”1, el también poeta Raúl
Mansilla, esta muchacha veinteañera obtuvo el primer premio en el
Tercer Concurso Nacional de Poesía “Raúl González Tuñón”,
con Jorge Boccanera, Hamlet Lima Quintana y Juano Villafañe como
jurado. Al año siguiente, publicó algunos poemas en los volúmenes
antológicos Decires de cobreazul, compilación de Lilí Muñoz y
Marita Molfese, y en Voces a mano, compilado por Ricardo Fonseca.
Aquel primer poema suelto en el aire,
ya contenía la marca de la poeta, la voz de Macky Corbalán, en el
cual creó un territorio y una protesta, un sitio desde el cual
resistiría, un lugar que será concebido por la poeta como un lugar
de amor. Amor en tanto experiencia de hallazgo y pérdida, como
aquello que se tiene y no se tiene al mismo tiempo, amor como
experiencia de plenitud en la que de todos modos falta algo; amor, en
fin, como escasos momentos de sospechosa plenitud.
Es interesante en este punto hacer
referencia a los Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes
–un volumen al que Macky recurriría incesantemente2–; en este
texto, su autor recuerda las palabras de Novalis: “El amor es mudo,
sólo la poesía lo hace hablar” o bien: “Querer escribir el amor
es afrontar el embrollo del lenguaje”3.
Ya comenzada la década de los años
‘90, José Luis Mangieri publicará en su editorial Libros de
Tierra Firme los dos primeros libros de Macky Corbalán: La pasajera
de arena (1992) e Inferno (1999). El editor, que vivía del dinero
con que los poetas pagaban sus ediciones, solía decir que había
costeado los libros de Macky sin dudarlo porque sus poemas “tienen
una tensión erótica que no se encuentra en la poesía de hoy”. Y
citaba de memoria los versos del quinto poema de La pasajera de
arena, ese cuyo primer verso enuncia “Acaricio su rostro con el
pie.”4.
La anécdota recuperada en el primer
párrafo es ilustrativa de un contexto más amplio. Durante aquellos
años posdictatoriales, el campo de la poesía argentina se
caracteriza por la proliferación de poetas que, según Alicia
Genovese, “comenzaron a marcar una territorialidad diferente,
visible tanto en los textos como en la ocupación del espacio de
circulación poética”5. Al respecto, en una entrevista publicada
en Confines N° 37, Macky Corbalán dirá: “ [la actividad de
aquellos años] era una actividad que no estaba separada de la
práctica en la calle, de enlazar práctica poética y política”6.
El campo de la poesía argentina estará fuertemente marcado por un
incesante acontecer de lecturas, presentaciones, ciclos, encuentros,
festivales, lo que constituye una verdadera movida poética
(Genovese, 2003). Con esta seguidilla de acontecimientos, el lenguaje
poético se verá reconfigurado y se diferenciará de propuestas
estéticas anteriores.
Posteriormente, Macky Corbalán
integrará, junto a Ángela Jerez, Mariela Lupi, Gerardo Burton, Raúl
Mansilla, Aldo Novelli, Ricardo Costa, Ricardo Fonseca, Andrea Diez,
Ana Clara Leguizamón, Gabriela Prado, entre otros/as, el grupo
Poesía en trámite, cuya práctica será similar a la del anterior,
con “toda esa onda acorde con la recuperación de la democracia”7:
arte político, música, peñas, recitales de poesía, acciones
performáticas…
El “crecimiento en lucidez”8 de su
ideología poética no puede disociarse del crecimiento de su
conciencia política: podría establecerse un primer momento en su
práctica del cristianismo vinculado con la teología de la
liberación; luego vendrían el comunismo y el peronismo
revolucionario, y más tarde el momento de una práctica política
estrechamente relacionada con la reivindicación de los derechos de
las minorías, especialmente de las minorías sexuales, en una
sociedad concebida como patriarcal, heteronormativa, masculina y
profundamente machista. Estas prácticas se tradujeron en una lucha a
brazo partido contra el poder y los poderes, a menudo desde
posiciones anárquicas y otras veces agrupada –La Revuelta9,
Fugitivas del Desierto– que le permitieron también asimilar y
elaborar otras teorías y enriquecerlas. Siempre atenta a lo nuevo, a
lo actual, a lo contemporáneo, Macky Corbalán incorporaba,
asimilaba y llevaba a la práctica ideas provenientes de un variado
repertorio de teorías. El gesto era el de quien siempre lleva en su
mochila textos teóricos y los ofrece a sus interlocutores; repartía
teoría y pretendía motivar, abrir mundos.
II. Mido al mundo desde una
consideración animal
Los libros editados por Macky Corbalán
son cinco: La pasajera de arena (1992), Inferno (1999), Como mil
flores (2007), El acuerdo (2012) y Anima(i)s (2013). En este apartado
nos referiremos a estos libros (su obra editada), y en el siguiente
apartado haremos referencia a otras actividades ejecutadas por la
poeta, las cuales forman parte de lo que podríamos denominar su
“activismo político-poético”; también, tendremos en cuenta
algunos poemas inéditos.
La pasajera de arena contiene algunas
marcas que lo configuran como un poemario iniciático. En primer
lugar, la dedicatoria a su madre y a su padre, como si el poemario
fuese un regalo y un reconocimiento y también la incorporación de
citas de dos poetas a modo de epígrafes, que inauguran cada una de
las dos partes en las que está dividido el volumen: Alejandra
Pizarnik y Sylvia Plath10. La mención de estas dos poetas la
entendemos como la intención por parte de Corbalán de establecer
una genealogía poética. Resulta interesante el hecho de que ambas
citas se refieran a la muerte: la cita de Pizarnik es, al mismo
tiempo, la nota que esta poeta argentina dejó junto a su cuerpo
suicidado; la cita de Plath, por su parte, iguala a la muerte con el
arte11. En segundo lugar, proliferan en este poemario motivos típicos
del romanticismo alemán y el romanticismo y el simbolismo franceses:
los bosques tenebrosos, la noche, imágenes de la degradación o de
lo que “devino de menor calidad” o “se vino abajo”12. La
poeta remeda la imagen del flâneur que observa el mundo y registra
con su mirada lo que ocurre “allí fuera”13. Ese mundo, por otra
parte, es el que “miramos” “apenas nacidas” y “supimos que
nos habíamos equivocado” (p. 18), es un mundo del cual la poeta se
siente ajena, como si renegara del hecho de que le tocara ser persona
y no animal o árbol o piedra o astro… (elementos todos estos a los
cuales, por otra parte, hace referencia reiterativamente en este
poemario y en otros).
Inferno, segundo poemario de Corbalán,
constituye un verdadero descenso a los infiernos, aunque no conciba
el infierno según la imaginería cristiana: “Amor, ¿quién
hubiera dicho / que el infierno / no era el fuego?”14. La poeta ya
no observa el mundo exterior, porque “no hay afuera” (p. 33),
sino que se vuelve hacia su interior, en una presunta búsqueda de
respuestas o certezas. Sin embargo, pareciera que esas respuestas o
certezas no aparecen o parecieran no existir verdaderamente15. En la
segunda parte de este poemario, denominada ‘Las notas terrestres’,
la mirada ocupa un lugar central; pero no es la mirada del afuera,
que no existe, reiteramos. La poeta quiere decir lo que vio (“Voy a
decirte lo que vi” p. 21) pero finalmente enuncia que “no hay
nada allí que nosotros podamos ver” (p. 23). La mirada es una
mirada angustiada. Lo que la poeta mira, ve, observa y contempla son
“apenadas alegorías para el alma” (p. 30). Y aquí pareciera que
la poeta entra en diálogo con el Barthes del discurso amoroso; pero
ahora con la cuestión del despojo de sí que implica el
enamoramiento, y una vuelta de tuerca a la cuestión de la mirada:
“La ascesis (la veleidad de la ascesis) –dice el ensayista- se
dirige al otro: regresa, mírame, mira lo que haces de mí”16.
En Inferno, nos topamos con epígrafes
de Jacobo Fijman, Fito Páez, canciones populares, Toni Morrison…
Una clara muestra del eclecticismo que caracterizaba a Macky
Corbalán, eclecticismo que se observará luego en Como mil flores y
que, por el contrario, no se observaba en La pasajera de arena.
Genovese propone como rasgo característico de la producción poética
de los años ’90 esta contaminación de la poesía por parte de
otros discursos, como el de la publicidad o el de los medios masivos
de comunicación; la misma autora califica la producción de aquellos
años como un discurso poético híbrido (Genovese, 2003, p. 149)
Como mil flores, en relación con los
dos poemarios anteriores, hace estallar la noción de poesía que
Corbalán parecía haber elaborado. En la entrevista publicada en
Confines a la que ya hemos hecho referencia, Macky comentaba:
Durante mucho tiempo pensé que [la
poesía] era un arte separado de mí, y un arte en que privilegiaba
la mirada. Concebía el poema como una manera de mirar el mundo y de
situarse en él. […] Después, a medida que fui creciendo en
lucidez, me di cuenta de que no había diferencia entre respirar,
comer, nutrirme, dormir y la poesía. Es entonces un arte orgánico,
parte de mi organismo como entidad global y de todos sus aparatos17
Esta concepción de la poesía como
‘arte orgánico’ quedó registrada en unas plaquetas, que
llevaban por título “Elemento 119. Tabla de Poesía. El elemento
que faltaba”, que Macky imprimió junto a valeria flores18
compañeras ambas durante muchos años, y a quien Como mil flores va
dedicado19. El elemento 119, el elemento que faltaba, es la poesía,
que no se diferencia, según se desprende de estas plaquetas, del
hidrógeno, del helio, del litio, ni de ningún otro elemento de la
tabla periódica.
Como mil flores titula los poemas con
rigurosidad20. A primera vista llama la atención la cantidad de
textos, treinta en total. Se trata en su gran mayoría de poemas
extensos; los que son breves, contienen, de todos modos, una síntesis
tal que los convierten en objetos a ser contemplados: la lógica del
verso es intrincada, densa, en el sentido de que quien lee debe
ejecutar complejas operaciones de abstracción a causa de que el
trabajo de la poeta con la lengua es inmenso. El lenguaje deviene un
trampolín privilegiado desde el cual la poeta salta del mero
lenguaje utilitario a la percepción epifánica, para guarecerse en
la fisura donde crece el elemento erótico. “El lenguaje es una
piel”, dice Barthes, y añade: “yo froto mi lenguaje contra el
otro. Es como si tuviera palabras [a modo] de dedos”.21
Todo se volvía
Cercano, accesible, incluso
La finitud (pp. 26-27)
En este poemario Macky trabaja
intensamente este elemento erótico, aquel que el editor de los dos
primeros poemarios había advertido en su poesía, y, en este
sentido, también el desarrolla una consistente filosofía sobre la
duplicidad, sobre los vínculos, específicamente el vínculo
erótico-amoroso, el cortejo de los cuerpos, temática que Corbalán
trabajaba también desde la lectura de textos teóricos: el discurso
amoroso, a la manera de Monique Wittig22 o de Roland Barthes: “Única.
Una. Ambas”23 o “En la seducción, sólo en ella, hay
completud”24, o incluso “en el lenguaje sensual todos los
espíritus conversan entre ellos; no tienen necesidad de ningún otro
lenguaje, puesto que es el lenguaje de la naturaleza”25. Ya dijimos
que los poemas señalan la relación de la poeta con otros seres del
universo, los animales, los insectos, las piedras, los astros: “los
huecos / ojos de los astros todo lo miran” (Inferno, p. 35).
La temática comentada en el párrafo
precedente ya se leía en los dos poemarios anteriores, pero en Como
mil flores esta reflexión ocupa un primer plano: cómo la poeta es
afectada por otros cuerpos, por los cuerpos de sus amantes, por los
animales, por los insectos… una poética del cuerpo afectado. La
poeta enuncia en tono de descubrimiento, en un estilo
cuasi-aforístico: “Todo lo fijo es de temer” (p. 22). Además,
los versos se equiparan a enunciados lógicos que buscan expresar el
impulso previo al habla:
Creer en las palabras, en el
latir que las empuja hasta la dicción
(p. 39)
Hay un procedimiento poético que
“cree” en las palabras, y trabaja con ellas como si fueran
objetos a ser tallados: “tallé / un dios justo a mi medida” (p.
23). Si bien, la poeta trabaja la idea de duplicidad, no descarta la
idea de unicidad:
Este solo movimiento (p. 20)
Este pensamiento único (p. 22)
Y luego del estallido que significó
Como mil flores, en el que la poeta además enuncia fervientemente
“No he sido todo lo cursi que puedo” (p. 25), en El acuerdo y en
Anima(i)s, encontraremos poemas brevísimos, versos sueltos, no
estructurados en estrofas, desprovistos de elementos retóricos,
poemas-síntesis, o, en palabras de H. Brémond “poemas
despojados”26, poemas cuya irradiación provoca efectos poéticos
inaprehensibles, inefables. También una poesía cercana al pedido, a
la plegaria:
salvanos ojo
de pájaro, boquita
codiciosa de hormiga, gorjeo,
translucidez del brote.27
El acuerdo28 es el libro más
voluminoso que produjo Macky Corbalán. Destaca en su producción por
las siguientes razones: son dos libros; el primero, consta de cuatro
secciones, el segundo, de una sola, en el que se plantea el tema de
la máscara. Su título es “Nô”, ese teatro japonés de un alto
lirismo, interpretado solamente por varones29.
En El acuerdo, Macky trabaja en
numerosos planos; en cierta época, Macky parecía obsesionada con la
temática de la diversidad de planos o capas existentes en ciertos
programas de diseño en computación. Y precisamente en este libro
aparece esta preocupación, ya que coexisten niveles semejantes a
aquellos. Además, hay un acercamiento a lo gráfico; en varios
poemas emplea la palabra “dibujar” o se trama una red semántica
relativa al dibujo y a la geometría en general, entonces proliferan
los trazos, las líneas, las rectas, la simetría…
Relativo a su militancia en defensa de
los derechos de los animales y de todo ser vivo, hay en El acuerdo
una enumeración proliferante de animales: perros, pájaros,
cascarudos, hormigas, moscas, aguiluchos, gatas, insectos, monos…
Asimismo, cobran relevancia las alusiones al mundo vegetal: naranja,
frutas, sauce, musgo, calas, verdura, flores, pinos… Estas
menciones confluyen en el concepto de cuerpo humano, ubicado en el
mismo plano que el cuerpo animal y que el cuerpo vegetal. Más aún,
las mismas palabras son “animalitos” y el cuerpo es “el animal
que me acompaña siempre”. Y “mido al mundo / desde una
consideración / animal”30 y también “hay una jerga animal que
no me es extraña”.31 En el poemario hay un despliegue inmenso de
universos fónicos: cric, música, trino, ladridos, siseo,
ronroneantes, susurro, piar, gemidos, gorgoteos; sonidos inseparables
del mundo creado por la poeta, o por la poesía a través de la
poeta.
El poema “La muralla” es nodal en
este libro, pues enumera todos los elementos con que la poesía
subvierte el poder establecido: el placer se opone a las ortodoxias
morales aun cuando estas ortodoxias lo consideren pecado y procuren
su castigo. El placer también se opone a las plegarias. Y existe un
desdoblamiento, un uso muy corbalaniano del ojo como puerta o ventana
de entrada del pecado. Construye la contracara del pasaje bíblico en
el cual Jesús menciona el ojo en comparación con la ‘lámpara del
cuerpo’ (Mt 6,22) o del ojo como ‘ocasión de pecado’ (Mt
18,9). También puede aludir al pasaje del Evangelio de Juan (9, 40)
donde se le dice a los fariseos que “si fueran ciegos” no
tendrían pecado, pero como ven… (“La muralla”, op. cit.)
La oración, la plegaria se erigen
contra el poder establecido, contra el statu quo, pero no es una
oración hereje ni blasfema; por el contrario, es una oración desde
la poesía concebida como experiencia ‘inefable’, como
‘epifanía’. Aquí merece destacarse el uso de vocablos
específicos en la poética de Macky: epifanía, al cual ya hemos
hecho referencia; otros que podrían integrar la misma serie son:
prieta, escuecen, opalescente, fruición…
Si tomamos los tres ejes a los que
Macky hace referencia en la entrevista anteriormente citada –ritmo,
lenguaje, poder- la poesía existiría en ese lugar de indigencia, en
medio de dos abismos, entre la falta de palabras, que se sitúa en
los extremos: se “merodea” en torno de la poesía (ver
“Trompetas”, primer texto) ; ésta es inasible en tanto el
lenguaje se expresa a través de una “boca boba”.32
El ritmo está de este modo, tanto en
el amor como en el poema: el amor se presenta como danza –nuevamente
el movimiento, porque nada queda fijo, nada es sólido, nada es más
que aire en el aire (“La danza”, poema 1)- y ambos –amor y
danza- configuran el erotismo, un erotismo cuya tensión varía a lo
largo de su obra y que discurre por meandros que se asemejan a esos
merodeos con los que se corteja a la poesía. En la sección titulada
“Nô”, se puede establecer que esa dramaturgia funciona como una
metáfora del patriarcado y eso se expresa en algunos términos: odio
viril; pilares; monotonía del ritmo; guerrero. Las mujeres, en
cambio, caen “sin remedio” en la “locura por celos / o muerte
de lo amado” (Nô, poema 14).
Y el pedido, la plegaria en un sentido
amplio, pero particularme la plegaria amorosa aparecerán en un poema
inédito de Macky:
Dame fuerzas, Tú, quien
quiera que seas: cielo diáfano,
coirón ardiendo en la pampa
helada, sola, luz,
luz entrando de pronto en la habitación
cerrada.
quiera que seas: cielo diáfano,
coirón ardiendo en la pampa
helada, sola, luz,
luz entrando de pronto en la habitación
cerrada.
La poeta busca el contacto, y este
mismo pedido ya estaba en la primera palabra del primer poema de La
pasajera de arena: “Llámenme”.
Hacia mediados de 2013, Gerardo Burton
le ofreció Macky la publicación de una plaqueta en la colección la
cebolla de vidrio ediciones; sería una edición artesanal de no más
de dieciocho páginas, acabada a mano y con el interior fotocopiado;
la tapa iría impresa en un equipo casero.
La propuesta fue aceptada de inmediato
y ella se puso a trabajar. Estableció algunas condiciones: que fuera
de copy libre (copyleft)33 y que el poemario tuviera ilustraciones.
Acordaron una tirada inicial de cincuenta ejemplares y ella aportaría
parte del papel y la impresión del interior; la idea era que Macky
no pusiera un peso. Meses después de la primera tirada, se hizo una
reimpresión de treinta ejemplares; el proceso de edición demandó
unos tres meses, y de este modo, en noviembre de ese año, la
plaqueta estuvo finalmente editada. Fue justo cuando comenzó a
carcomerla su enfermedad.
Anima(i)s constituye un juego de
palabras desde su título, y alude a una de las obsesiones militantes
de Macky. En ese título se encuentra cifrada la palabra latina que
designa a los animales –seres con un alma inferior, pero alma al
fin según el aristotelismo cultural, pero que para ella era
totalmente diferente: es igual el alma de todos los seres, incluso de
lo inorgánico-; también es el alma que anima los cuerpos; y además
es la voz en portugués para designar animales. Macky, como ya hemos
mencionado, bregaba por los derechos de los animales, y de las
minorías en general, desde hacía mucho tiempo; incluso en una época
alimentaba perros y gatos callejeros y buscaba dar en adopción a los
animales capturados por los servicios municipales de zoonosis.
Anima(i)s tiene, además, otro regalo:
la contratapa lleva un texto breve34 que ella redactó y que tiene
toda la apariencia de un manifiesto: es breve, y ejecuta un juego de
ficcionalización poética, pretender ser autora de un libro, con lo
cual se desmontan los mecanismos de la propiedad intelectual,
discutidos también en el copyleft; la ubicación de este “personaje”
en el mundo, con sus títulos militantes (lesbiana, feminista, queer)
y su acercamiento “amorosamente a lo inorgánico”; la poesía,
“imprescindible link con el aire”. El poemario se compone de
dieciocho textos brevísimos divididos en dos secciones, “Lola” y
“Variaciones sobre la golondrina”, con dos protagonistas
excluyentes: una gata de ese nombre en la primera parte y una
golondrina. Los dibujos interiores –uno por página, justo en el
lugar donde debería estar el folio– pertenecen a valeria flores;
la tapa, a Gerardo Burton.
Los poemas de “Lola” describen la
cotidianeidad de una gata; casi no hay imagen y suponen breves
pinceladas, semejantes a las técnicas de pintura japonesa. Hay mucho
de cultura zen en todos estos textos; está la naturaleza, lo obvio,
nada que no pueda verse o comprobarse con la percepción de los
sentidos. La golondrina, en cambio, parece exigir otro tratamiento:
de danza, de “coreografía de pico”; de espiralado ascenso, cuyo
“saboreo aéreo / como poesía / no busca desvelamiento”.
III. La teletransportación podría
llevarnos donde queramos
“Sacar la lengua en mofa aguda”,
como se titula el primer apartado de este trabajo, es un verso de
Macky Corbalán que remeda su gesto real de risa burlesca, sardónica
incluso, que tenía frente a las cosas. Asimismo, sus últimas
producciones se ríen de aquellas primeras producciones iniciáticas.
En Como mil flores la poeta persiste en “un mundo que sigue siendo
ajeno” (p. 29), como ocurría en La pasajera de arena. Y en el
libro de 2007 “escucho las voces animales / que no entiendo” (p.
29) pero en Inferno había, como ya hemos mencionado “una jerga
animal que no me es extraña”.
Macky decía que existe, para todo
poeta, una obligación: lectura y reflexión en torno a poesía y
lenguaje. Sus poemarios y otras actividades poético-políticas35
constituyen una muestra de esos procesos de búsquedas, encuentros y
desencuentros. Ella concebía la poesía como una marca de intensidad
en el lenguaje36 y al mismo tiempo como una forma –“no
cualquiera”– de transformar el mundo. En este sentido, estableció
una oposición –acaso influenciada por sus lecturas de Edmond Jabés
y de Henri Meschonnic– entre literatura y poesía; a la primera la
identificaba con lo académico, los cánones, las instituciones; a la
segunda, con lo trascendente, lo numinoso e insondable.
Se produce entonces el hallazgo de
nuevos modos de habitar el ámbito poético; Macky rompe el modo
patriarcal de producción de poesía en Occidente e inaugura una
tradición otra. En su poesía hay un desarrollo paralelo, esforzado,
de más de dos décadas, del pensamiento lesbiano-feminista y de la
poesía como sitio privilegiado de aparición del sí-mismo, la
poesía como espacio donde guarecerse, lo poético identificado con
lo epifánico, el poema como sitio donde emergen alteridades y
projimidades.
Decía que su poesía carece de temas,
y que sólo presenta un desarrollo del pensamiento poético, “algo
que es más lábil y en consecuencia más difícil”. Lo cierto es
que permanece el compromiso ético con la palabra. Es necesario
destacar este punto, ya que la propuesta es una poesía que se piensa
como ilimitada, un nuevo ápeiron –lo indefinido e indeterminado-,
que tienen posibilidad de emerger en tanto y en cuanto la poeta se
disuelven: el “yo” no habla sino que es hablado por la poesía;
el nombre, el autor37, poco importa; la identidad, menos. Hacia el
final, hay un corrimiento de identidades –que se presenta como
ficcional- y de género –que aparece como una elección, acaso
impostada- en la contratapa de Anima(i)s, donde invoca a su
“semblable”, y se constituye en un virtual manifiesto y por qué
no, testamento.
Su trabajo último fue “pensar la
poesía, pensar en poesía”. En lo gráfico del poema escrito se
presenta al modo de Denise Levertov; en el corte del verso produce el
efecto del cincelado de la pasión poética, de una materia que a
veces, y sólo a veces, parece informe. Hay un modelado de la
materia, un limado de aristas a veces exagerado (por caso, en el
poema inédito presentado anteriormente: luz entrando de pronto en la
habitación cerrada) adjetivos extremos que por momentos pasan al
otro lado de lo real (‘hormiga particular’ ‘mi obsesivo
insecto’ ‘mi fruta firme’ ‘ácida manzanita’).
El pensamiento poético-político de
Macky Corbalán logró trascender los límites de la provincia y de
la región. Y en esta tarea, no dio el brazo a torcer. Acaso
inspirada también en Barthes, que en El placer del texto alegaba que
la lengua es redistribuida a partir de la ruptura:
se trazan dos límites: un límite
prudente, conformista, plagiario (se trata de copiar la lengua en su
estado canónico tal como ha sido fijada por la escuela, el buen uso,
la literatura, la cultura), y otro límite, móvil, vacío (apto para
tomar no importa qué contornos) que no es más que el lugar de su
efecto; allí donde se entrevé la muerte del lenguaje... Ni la
cultura ni su destrucción son eróticos: es la fisura entre una y
otra la que se vuelve erótica
El punto culminante fue considerar el
lenguaje como un sitio privilegiado donde el poder se dirime, y ahí
fue a luchar como intérprete, médium de la poesía, convertida en
una guerrillera resistente contra los poderes. Y era muy frecuente
oírla repetir: “toda poesía es política; todo arte es político”.
Referencias Bibliográficas
Burton, Gerardo, “Macky Corbalán:
hacia una construcción de la identidad poética”, entrada del
martes 18 de noviembre de 2014, consulta online
http://lacebolladevidrio.blogspot.com.ar/2014/11/macky-corbalan-hacia-una-construccion.html
(consultada 23/6/2015)
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