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viernes, 22 de abril de 2016

Epístola a Allen Ginsberg, por Victorio Veronese

Victorio Veronese en la Biblioteca Nacional, 2014
 Querido ALLEN GINSBERG:


Judío, puto, drogadicto, excomunista:

Releo EL LEÓN DE VERDAD, lo releo sobre el colectivo 59,
que avanza a paso de hombre por la 9 de Julio.
No sé por qué, anoche, mientras leía EL LEON DE VERDAD,
confundía  al león con un elefante. No sé por qué mierda,
el león era un elefante, ahora no lo es, ahora es un león,
un león de verdad, todos los leones son de verdad,
también el tuyo, y no estoy borracho ni drogado,
mi química corporal-mental no necesita estímulo ajeno
para ver o no, superar o no, esta realidad que me rodea
como la reverendísima concha de mi madre.


                                         
Anoche el león, mejor dicho el elefante,
porque anoche era un elefante, no estaba en mi habitación,
ahora tampoco  el león está sobre el 59,
tampoco está en la habitación de Jorge Smerling,
en la habitación de Smerling no hay lugar ni para un caniche,
menos para un león, y mucho menos para un elefante,
está llena de bolsas negras de consorcio,
éstas, a su vez, están llenas de poemas y cartas
poemas de él, como Ella, La Job, y de cartas que le envían
y rara vez responde. Yo le digo que es un ser antisocial,
pero no es antisocial, es un animal poético como vos,
un místico salvaje como el otro, el de Charleville,
pero eso no le da derecho a hacer lo que hace con sus poemas,
los poetas no debemos ser maltratadores de poemas, para eso están: los nazis-fascistas-estalinistas-lobbistas-bonistas-etc-etc.
¿Por qué digo todo esto? ¿Por qué no lo voy a decir’?
También voy a decir que el recital de CALLEJEROS,
en la República Cromañón, la corrupción y la indiferencia
-“Prefiero ser engañado a ser indiferente”-,
quemaron y asfixiaron a doscientos pibes.

En ese boliche de mierda todo estaba para la mierda,
todo estaba dispuesto para que suceda lo que sucedió.

Mi vecino A, que desde hace unos días está veraneando en el Tigre,
instaló el gas y la luz eléctrica para que suceda
algo semejante a lo de Cromañón o la AMIA;
en mi casa no vamos a morir tantos como en la AMIA
o como en Cromañón, será por eso que mi vecino canta:
“¡Chabón, chabón aburridooo como un chabón,
escribís poesíaaa como un chabón!”,
pero él no tiene la más porno-idea
que es un Chabán en potencia y nos llevará a la muerte,
después de atravesar todos los círculos del Infierno,
pero va a ser un infierno sin importancia, mi querido “bo-bo”,
eso lo saben el Jefe de Gobierno
el Jefe de Bomberos
el Director de Defensa Civil
el Comisario de la 43
todos los canas de la 43
todos los inspectores y el Jefe de todos los inspectores.
También lo saben los fieles de Cristo Sacerdote,
el único que no lo sabe es Dios.

Querido “bo-bo”, no podré escapar por la escalera de incendio,
porque no tengo escalera de incendio, por lo tanto,
no veré a ninguna estenógrafa arrancarse los pelos
y cerrar de un golpe la ventana, tampoco tengo ventana,
apenas si tengo puerta y un miserable catre donde apoyar mis huesos.
                                 
Allen querido, soy casi un indigente,
lo dice lo estadística de la hermana del Presidente
y también la estadística de Entre Ríos 1492,
allí piadosas asistentes sociales, en el 2004 me dieron 600 pesos ,
unos 200 dólares en unos 180 días,
algo así como un dólar y centavos por día.
Tienen razón Allen, para qué necesito más, si no fumo.
¿Un tipo como yo qué pretende? ¿Trabajar?
¿Y que le paguen por trabajar? Eso no es serio.
Nosotros sabemos quiénes son serios:
los de la revista Time y los del matutino La Nación;
ellos siempre nos hablan de responsabilidad.
Los hombres de negocios son responsables, serios, no se ríen.
Todos los hombres de negocios son responsables,
pero vos y yo no somos hombres de negocios,
por lo tanto no somos responsables ni serios, y nos reímos, no  debiéramos reírnos; hay que ser serios y responsables.
A vos la tapa del Time te miraba con fijeza
y vos te escabullías por la dulcería de la esquina,
a mí me miran con fijeza la tapa y los editoriales de La Nación
y en la esquina de mi casa no hay ninguna dulcería,
debe ser lindo tener una dulcería en la esquina de la casa,
más lindo que tener un león en una habitación,
tal vez no estés de acuerdo, preferís el león a los dulces,
yo prefiero los dulces, pero no vamos a discutir por eso.

Dejame que vuelva al matutino La Nación:
hace 14 años que pagan, por cada colaboración, 38 pesos y monedas,
eso es tener responsabilidad empresarial, seriedad empresarial,
nada de populismo ¡qué joder!. No vaya a ser que aparezca alguien
regalando pan dulce y sidra para fin de año,
es preferible que pasemos las Navidades sin pan dulce y sin sidra,
que tener ante nuestros ojos prácticas populistas.
¡Viva el hambre! ¡Abajo el populismo! ¡Muera el populismo!
¡Hambre sí, populismo no! ¡León sí, elefante no!
 
Si a vos no pudo ayudarte Reichiano, tu analista,
yo que no tengo analista, ni quiero, ¿quién carajo me va ayudar?
¿Euterpe? No creo en ella, la música me irrita, el populismo no.
Eso quiere decir que ellos tienen razón,
por lo tanto soy un reverendo hijo de puta ,
que tengo que reventar como un reverendo hijo de puta,
sólo como un reverendo hijo de puta, así no jodo más
y no mando cartas a La Nación defendiendo a los “salvajes piqueteros”,
y La Nación “por falta de espacio” no las publica,
cosa que entristece a Grondona, a Morales Solá,
y por qué no reconocerlo también a Aguinis,
debo ser justos con ellos Allen, con todos ellos,
también con don Julio Ramos quien dice que es falsa la opción:
pagar la deuda externa o asistir a los indigentes, tiene razón,
asistir a los indigentes es populismo, pagar la deuda externa es honrar nuestros compromisos y nuestra honra está por sobre el hambre de los hambrientos. Hay que respetar la escala de valores,
sino qué sería de nosotros y del mundo, el mundo que nos mira,
y ellos saben mirar, y también saben, y mucho, de escala de valores.


Allen, respetemos la Carta Magna, seamos comprensivos,
no se pueden cortar las rutas para pedir trabajo,
en realidad no se debe pedir trabajo,
eso más que populismo, es anarquismo
y vos y yo no podemos sumarnos a luchas irracionales y estériles,
debemos ir a tomar el té con nuestros lectores y lectoras a hoteles de cinco estrellas
y contarles, de primera mano, cómo nos viene la inspiración ,
y cómo a partir de ella, construimos nuestros poemas,
y bendecirlos como si fuéramos sacerdotes, en cierto modo lo somos,
sacerdotes de la Poesía, de Erato, la puta Erato,
porque no hay conchuda más grande que Erato,
tenemos que reconocerlo, aunque nos duela,
pero no nos duele, nos agrada y mucho.
Lo sé, a vos no pero a mí sí, las conchas me hacen muy feliz,
conocí conchas judías, católicas, ateas, pero nunca una musulmana,
¿qué querrá decir esto? ¿soy yo? ¿los musulmanes? ¿las musulmanas? ¿quién o quiénes serán los responsables de que esto sea así?
¿cómo se puede enmendar esta errata?
¿será una errata fundamentalista?
¿y si es una errata fundamentalista, qué debo hacer Allen?
¿seguir escribiéndote hasta que suceda algo
que me comunique con una concha musulmana?
No puedo irme de este mundo sin conocer una generosa,
noble, espléndida, magnífica, ardiente concha musulmana,
nadie debería irse de este mundo sin conocer una concha

musulmana,
musulmana,
musulmana …….


Allen ¿vos crees  que Carl Solomon, estaba más loco que vos?
Es como pensar que estás más loco que yo, no creo, estoy seguro,
entre vos y yo la partida de la locura terminaría en tablas,
entre Carl y vos también sería tablas. Tablas. Tablas.
Entre el poder de hoy: la puta globalización,
la puta globalización y vos,
la puta globalización y yo,
la globalización nos hace inclinar el rey
o nos da jaque mate, es decir, nos suicidamos o nos matan.
Si nos matan les daremos más trabajo, pero también más placer,
ellos sienten placer por matar,
si nos suicidamos, no van a tener trabajo ni tanto placer;
Allen, en la vida no se puede tener todo,
nosotros lo sabemos, lo sabemos muy bien,
ellos no, pero alguna vez tendrán que resignar algo,
aunque ese algo sea esa cuota de placer
que le brinda al cristiano el hecho de matar
–porque son cristianos, no lo olvidemos-,
son raros los cristianos, todos somos raros,
pero los cristianos nos superan en rarezas,
mirá que hay que ser extraños para superarnos en rarezas,
muy extraños, y ellos lo son, ellos lo son.

Allen ¿me estás escuchando o no?
Allen ¿dónde mierda estás ahora?
¿Adónde van a parar los muertos?
Sos igual que Dios, no respondés,
todos los que mueren se convierten en Dios,
se llaman a silencio, hacen votos de silencio.
¡Que ganas de putearte tengo!
¿Cómo un tipo como vos se puede llamar a silencio?
¡No tenés derecho! ¡No tenés derecho!
Vos que le preguntabas al viejo Walt:
¿En que dirección apunta tu barba esta noche?
¿Qué carajo te importaba hacia donde apuntaba la barba de ese viejo marica? ¿Y porqué le preguntabas a ese otro marica de Federico
qué carajo hacía junto a las sandías?
Eras demasiado preguntón. Somos demasiado preguntones.
¿Sabés por qué? Porque vos creías en Dios y yo no.
Pero Dios existe. Está preso. En Japón. La orden partió de tu puto país
y a los japoneses les encanta cumplir las órdenes de tu puto país.
Entonces encarcelaron a Dios. Sí, encarcelaron a Dios.
No es la primera vez que tu puto país ordena encarcelar a Dios.
Enjaular a Dios, sólo para demostrar su puto poderío
y su absoluta falta de inteligencia y sensibilidad,
vos te acordás bien, estaba tan loco como nosotros.
¡No te permito que pienses que estaba más loco que nosotros!
Acordate cuando te hablé de la partida de la locura y las tablas,
sí, las tablas, la partida de la locura entre todos nosotros es tablas,
siempre será tablas, ¡cómo podés pensar que Ezra Pound
puede estar más loco que alguno de nosotros!
Artaud más loco que Pound o Solomon, no. ¡No!
Racedo dice que la locura es un ángulo partido,
un miedo triangular que escapa del último de los sueños cuando amanece,
quién nos dice que no tenga razón, y la locura  sea una ventana al vértigo…


Hoy, 25 de enero de 2005, Dios una vez más está preso,
desde el 13 de julio pasado está preso,
vos lo conociste y seguramente lo amaste como al viejo Pound.

Hoy Dios se llama: Bobby Fischer.

Los hijos de puta de siempre lo tienen en una cárcel a 80 Km. de Tokio.
Todo porque Dios no quiso escupir un telegrama
que le envió la madre Teresa de Calcuta,
y escupió -como lo hubiéramos hecho Pound, vos y yo-
un puto telegrama que le envió el puto Departamento de Estado,
ese puto Departamento de Estado
que se cree con derecho a enviarle telegramas a Dios,
y que Dios cumpla con lo que le exige ese puto telegrama.

Merdoso judío nacido en Paterson,
ayer fue en Vietnam, donde creció la montaña de carne,
hoy es en Afganistán e Irak,
mañana dirigirán sus misiles hacia sí mismos,
se harán cojer por su propia bomba atómica,
y la montaña de carne crecerá en tu América;
esto será así mientras en la Casa Blanca no haya un caballero
que le chupe la concha a Condolezza Rice,
como ella merece, seguro que lo merece.
Creo que no la conociste, es una negra hija de puta,
nada más que una negra hija de puta,
vive haciendo discursos amenazadores, apocalípticos,
y todo porque en la maldita Casa Blanca
no hay un maldito caballero que se la coja.
Yo, que no soy un caballero, me ofrezco a cojerla
como un simple militante del populismo,
porque tengo un corazón descamisado.
Te puedo asegurar que la negra, después de la primera cojida
hace que regresen todos los marines a casa,
y los muchachos me lo agradecerán sinceramente
y la negra hija de puta también.
Nada de todo eso sucederá en el Salón Oval,
prefiero que todo ocurra en tu casa en Paterson,
aunque no sé cómo mierda es tu casa de Paterson,
ni sé dónde carajo queda Paterson, tampoco sé si tu casa existe,
pero si existe, tiene escalera de incendio y es importante,
muy importante te diría, porque le puedo chupar la concha,
en la escalera de incendio, de incendio,
para que tus vecinos presencien esa histórica escena,
como si fuéramos Romeo y Julieta en el balcón,
y comprueben que es posible lograr la ansiada paz en la tierra,
con sólo chuparle la concha a esa negra de mierda.
Allen, su culo correrá la misma suerte,
su culo de negra que no ama el jazz ni el blues, ni tu poesía,
¡cómo se puede vivir en este mundo sin amar tu poesía,
poesía nacida de tu alma abandonada por Dios!

Esta negra asesina, hija de puta, ama a Hitler igual que Bush,
lo que ella no sabe o no quiere saber:
es que el cabo de la cervecería de Munich jamás la amaría,
simplemente porque es negra,
tampoco se la cojería simplemente porque es negra.
Yo tampoco la amo, pero la cojería a esa negra turra
como la cojerían el Rufián melancólico, Ergueta, Erdosain,
y tal vez como se la cojería el pendejo Silvio Astier,
también me la cojería como el padre de Alejandra, Vidal Olmos,
sería una cojida con doble apellido, seguro que le encantaría,
también como el Marqués de Sade: flagelación y cera caliente,
como Henry Miller, con sombrero y rodeado por la familia Bush,
y ese otro negro de mierda Collin Powell,
y ese otro blanco de mierda Donald Runsfeld,
también delante de Bill e Hillary Clinton,
y delante de quien le apetezca: Fidel, Aznar, Zapatero, Vargas Llosa,
padre e hijo, dos liberales, simple y sencillamente dos liberales.
Quisiera que no falte nadie a tan alto ritual entre esa negra y yo.
No hago participar a mi madre no porque yo no quiera,
sino porque está muerta como la tuya,
y como la tuya tenía ojos de falta de dinero.
¡Qué terrible son los ojos de falta de dinero!
Condolezza Rice no tiene ojos de falta de dinero,
tiene ojos de arroz amargo, ojos de amenazar
a quienes tienen ojos de falta de dinero.
Aquí, en mi país, Allen, también  amenazan
a quienes tienen ojos de falta de dinero,
aquí, en mi país, Allen, hay quienes rebajan sueldos,
jubilaciones y pensiones a los trabajadores,
con un talento digno de unos ojos que no padecen falta de dinero,
pero hasta ahora no ví a ninguno con un talento digno
de bajarles megaganancias e hiperganancias a las multinacionales,
alguien con talento para decirle a los boys del FMI: ¡Basta! ¡Váyanse a la mierda! ¡A la reverendísima mierda!
xyxy
Seguramente llegarías a la misma conclusión que yo:
a esos victoriosos personajes les encanta cojerse a los pobres,
y les alegra ser cojidos por los ricos e hiperricos.
El talento también tiene sus debilidades.


Allen, a nadie se le ocurriría fusilar a un hombre de negocios.
Los hombres de negocios son serios, responsables.
Nosotros no somos responsables ni serios, escribimos poesía,
tendríamos que avergonzarnos, pero no nos avergonzamos,
tendríamos que sentar cabeza, pero no sentamos cabeza,
seguimos escribiendo poesía, poesía.
Te das cuenta para qué nos sirve la poesía,
para convertimos en individuos irresponsables,
por eso nos encierran en manicomios y en cárceles,
o se nos fusila sumariamente. Sumariamente.


¿Vos creés que alguna vez fusilarán a personajes como Condolezza?
No,  jamás la fusilarán, tampoco terminará sus días en un manicomio,
ni siquiera en una cárcel VIP. Y menos en una jaula.
La revista Time y el matutino La Nación no lo permitirían,
jamás permitirían fusilar o encarcelar la responsabilidad,
por eso nos encarcelan y fusilan a nosotros,
porque la responsabilidad y la seriedad
no andan por el mundo con dos dólares y veintisiete centavos,
vos el 17 de enero de 1956 andabas con esa suma en los bolsillos,
tenías que ser castigado por eso, y fuiste castigado por eso,
también yo soy castigado por eso,
todos los que andan con dos dólares y veintisiete centavos,
sean o no poetas, deben ser castigados y son castigados con más miseria,
con mucha más miseria, por eso tu madre fue castigada,
no por tener ojos de Rusia, por tener ojos de falta de dinero,
no ojos de mar, de cielo, es hermoso tener ojos de cielo o de mar,
es hermosa la naturaleza del mar, es hermosa la naturaleza del cielo,
son hermosos el azul del mar y el azul del cielo y el amarillo del cielo
y el verde del mar y el celeste del mar y el celeste del cielo,
pero no son hermosos los ojos de falta de dinero.
Tu madre tenía ojos de falta de dinero.
Mi madre tenía ojos de  falta de dinero.
Tu madre tenía ojos de Rusia.
Mi madre tenía ojos de Calabria.
Pero eso no les importa a los de la revista Time,
ni a los del matutino La Nación,
ni a los de la elegante revistita dominical de La Nación,
tampoco quieren saberlo, su Dios no se lo permite,
pero sí lo sabían Kerouac y vos, y lo sé yo.


Allen, jamás voy a escribir un Kadish para mi madre.

Jamás voy a escribir un Kadish para ninguna madre,
que tenga ojos de falta de dinero,
vos lo escribiste y lo volverías a escribir:
con un largo adiós y un largo par de zapatos negros,
y le volverías a preguntar porque eras demasiado preguntón:
¡Oh madre, qué cosas me olvidé!
Yo no tengo nada que preguntarle a mi madre,
nunca tuve nada que preguntarle
pero  les preguntaría a los hijos de puta de siempre:
por Giordano Bruno,
Tupac Amaru,
Federico,
por el general Valle,
por Cogorno,
por los fusilados en León Suárez,
por todo lo que le hicieron al cadáver de Evita,
por las manos que le cortaron al cadáver de Perón,
por los vuelos de la muerte,
por la ESMA,
por la Isla del Silencio,
el Olimpo,
por el Pozo de Banfield,
por todas las mujeres y los hombres con ojos de falta de dinero.


Allen, parece que se puede creer en Dios,
en el 16 de septiembre, en el 24 de Marzo,
en Bush, en Condolezza Rice, en Donald Runsfeld,
pero no en el 17 de Octubre, no en el 17 de Octubre.

Allen, la mecánica del pensamiento liberal es subyugante:
admisión-compresión-explosión-escape:
avanza por el cigüeñal, el árbol de leva, los pistones, los cilindros,
las camisas de los cilindros, los aros de los cilindros, por bielas,
vástagos y botadores, a lo largo y a lo ancho del bloque,
por el radiador, por los canales de refrigeración, la bomba de nafta,
a través del cardán hasta el diferencial con sus planetarios
y sus satélites, y se aferran al volante, al cinturón de seguridad,
al parabrisas, al limpiaparabrisas, a las luces del tablero,
al asiento trasero, a la luneta, a las ruedas de auxilio,
al cuentakilómetros, al acelerador, al freno de mano,
y así alcanzan la felicidad, ¡la felicidad!


Allen, yo no creo en ciertas fechas y en ciertos personajes,
creo en San Martín, que legó su sable a Rosas,
en Bolívar y en Manuelita Sáenz -la Insepulta de Paita-,
en Güemes y sus gauchos, en las patas en la Fuente,
en las setenta y ocho mil obras públicas,
del gobierno populista del General.
No creo en los directorios de Buenos Aires,
no creo en Posadas ni en Alvear.

Decime Allen Ginsberg, dónde mierda estabas en enero de l919,
fuera del mundo, tenías que estar en el mundo, en Buenos Aires ,
y en la Chacarita, te hubieran fusilado,
precisamente en el cementerio de la Chacarita.
Así hubieses  vivido y muerto en la Semana Trágica.
Pero de eso no se habla, tampoco de los crímenes del maestro de América,
que mandaba a sus esbirros a degollar a sus adversarios políticos,
para meter miedo y así ganar elecciones;
pedagógicamente sostenía que al indígena
que no hablase español había que cortarle la lengua.

Allen, en la radio, en la TV, en los diarios, regularmente,
nos recuerdan que en las escuelas se enseñaba a leer
con La Razón de mi Vida, que Perón amenazó desde el Balcón:
¡Por cada uno de los nuestros que caiga, caerán cinco de ellos!
Pero el pelotudo no lo llevó a los hechos.
Lo cual hubiera sido un acto de Justicia Revolucionaria;
cada vez que tenía que profundizarla, el General se alejaba de la Revolución,
y cada vez que se alejaba de la Revolución, se alejaba del Pueblo;
todos los que se alejan de la Revolución se alejan de los Pueblos
y así quedan en las manos de los hijos de puta  de siempre,
que sí hacen uso de todo su poder de fuego,
con toda la gracia que les brinda el liberalismo,
el puto liberalismo que no es otra cosa que el puto capitalismo civilizado.

CIVILIZACIÓN O BARBARIE.

Rojas ordenaba fusilar por gracia divina,
el capitán Gandhi ordenaba desenterrar cadáveres y decapitarlos
por gracia divina, ellos todo lo hacen por gracia divina,
por gracia divina hambrean a millones y millones de argentinos.
Videla también cumplía órdenes del cielo, igual que Aramburu,
igual que el general borracho que en nombre de Dios y la Patria
mandó a la muerte a cientos de jóvenes a esas Islas Lejanas,
olvidadas por septiembre, Islas nuestras, de piedras y mar austral,
sin sol ni amaneceres, Islas de piel fría, convocadas por el invierno.
¡Pobre Dios! Gracias a ellos tiene las manos manchadas de sangre….

Puto merdoso, por qué naciste el 3 de junio de 1926,
para que treinta años después te hagan comparecer ante la justicia por “obscenidad y atentado a las buenas costumbres”,
como al hijastro del general Aupick.
Decime puto merdoso ¿nunca llevarán ante los tribunales
a los que arrojan bombas atómicas, a los que propagan enfermedades entre aborígenes y no aborígenes? ¿Nunca?

Allen, estoy pensando en ella, todo el tiempo pienso en ella,
pero no te voy a decir quién es ella,
ella antes me pedía que le recitara a Baudelaire
y yo le recitaba a Baudelaire:

La muy amada estaba desnuda. Ella conoce
Mi corazón: lucía sus alhajas sonoras,
Semejantes a aquellas que nos brindan raro goce
En los cuerpos sumisos de las esclavas moras.

Ya no me pide  que le recite a Baudelaire
y yo no le recito más a Baudelaire.

Allen, por mi Buenos Aires querido,
hay quienes se pasean poniendo a Churchill como ejemplo de ética,
pero Churchill se quedó con lo que no le correspondía:
el Premio Nobel de Literatura,
que a vos nunca te dieron, ni te darían así estuvieras vivo.

Allen, entro en la cocina para tomar un té,
y veo la pava de Studenezky presente, y el gordo está muerto,
también yo voy a morir y la pava seguirá presente.

Estoy tomando el té Allen, solo, no, con tu fantasma.


Allen, esa puta costumbre tuya de ponerle fecha
a todo lo que escribías, qué tenías con las fechas,
¿deseos de ahorrarle trabajo a tus futuros críticos?
A los críticos, a los profesores, a los fabricantes de autopartes
qué mierda les importa la fecha y el lugar donde escribiste
alguna de tus genialidades, tenías que dejarlos que se jodan,
que vayan a averiguar las menarcas de sus mamis.

Allen, tengo tres traducciones de algunos de tus trabajos,
son una mierda, no sé para qué carajo se meten con vos
si no les da el prepucio, tienen piel de niña que toma la primera comunión.
Como soy un analfabeto que odia el inglés no puedo leerte de primera mano,
entonces puteo, reputeo, me vuelvo más loco, todo por tu culpa
y por mi culpa, vos porque escribías en inglés
y yo porque no sé leer una puta sílaba de ese puto idioma,
ni quiero saber, me importa un carajo no saber inglés,
aunque me pierda leerte en tu propia lengua,
que debe ser como cojer con Marilyn.
Así es la puta realidad entre tu poesía y yo,
pésimos traductores, sumados a mi ignorancia del inglés,
se me hace más difícil que resolver un mate en dos de Ellerman
¿Quién es Ellerman? ¿A vos te importa saberlo? No.
Bueno, al que lea esto, si es que alguien lo lee,
que trabaje y que encuentre. Le deseo buena suerte.
¿Ves que no soy tan hijo de puta?

¿Por qué querías salvar al mundo con la Poesía?
¿Por qué la Poesía tiene que salvar al mundo?
¿Por qué el mundo se tiene que salvar?

La Duras dice que nunca escribió, creyendo que lo había hecho,
que nunca amó, creyendo que lo había hecho,
dice que lo único que hizo fue esperar ante una puerta cerrada,
-como nosotros -como nosotros -como vos y yo.
Vos fuiste comunista  de joven y no te arrepentiste de serlo,
ella fue prostituta de chica y no se arrepintió de serlo.
¿Cómo podía creer Marguerite Duras, cómo podía creer
que el cuerpo de Héléne Lagonelle, ese cuerpo incomparable,
ese equilibrio entre estatura y pechos, entre piernas y pubis,
pudo haber sido creado por Dios?
Dios no creó a Héléne Lagonelle,
Dios no creó nada, ni a Adán ni a Eva
ni el Infierno ni el Paraíso, ni siquiera el Purgatorio.

La madre de la Duras también tenía ojos de falta de dinero.

Mi madre me escribía cartas donde me decía:
¿Qué andás haciendo solo por este mundo de Dios?
Cómo podía pensar que yo sabía qué estaba haciendo en este mundo,
qué podía saber un muchachito, qué carajo hacía en Génova,
en el puerto, donde viejas putas se ofrecían como viejas putas,
en el puerto de Nápoles también, como en todos los puertos.
En París no encontré a nadie de los que tenía que encontrar,
la dirección de la familia González, un marinero del Salta,
estaba equivocada, Jorge Lavelli había venido a Buenos Aires
y en su departamento había una chilena, con un bebé,
y no podía hacer nada por mí, porque al día siguiente
partía  para Alemania. Al final terminé en un albergue para estudiantes,
allí me presentaron al Pibe, le decían así porque era argentino,
estaba estudiando hostelería en Madrid. Cuando fui a Madrid
lo fui a visitar, la escuela de hostelería de Franco era espectacular,
pero los franquistas fusilaron a Federico
y mi madre sabía que los franquistas fusilaron a Federico,
y yo no sabía qué andaba haciendo por este mundo, nunca lo supe.
El lugar de Africa que conocí era hermoso, muy hermoso,
el verde y los demás colores:
violeta-amarillo-rojo-celeste y otra vez el verde,
había mucho verde, jamás ví un verde tan hermoso,
pero mi madre no me preguntaba por el hermoso verde de África,
me preguntaba qué hacía solo por este mundo de Dios,
jamás el mundo fue de Dios, no le podía decir eso a mi madre,
no me entendería, o tal vez se lo dije y me entendió.
Tal vez mi madre me entendió a mí más de lo que yo la entendí a ella.
Me decía que yo me hacía el víctima para pasarla bien,
me decía que ella era la herida y yo me ponía la venda,
lo cual me pinta como cualquier hijo de cualquier madre.


Madrid es más señorial, pero a mí me gusta más Barcelona,
tiene puerto y en los puertos está la verdadera vida, la vida profunda,
vos lo sabés bien, no es lo mismo un marinero que un muchachito
que va a una escuela de hostelería, no es lo mismo una puta de puerto
que la puta que nos servía  la mesa en un albergue estudiantil
a Roland Bergés y a mí, las putas de puerto no tienen nada de señora.
A vos nunca te gustó ser un señor, a mí tampoco,
y menos un marido, sería más derrotado de lo que soy
y haría muy desgraciada a mi esposa, ves que no soy tan hijo de puta.

¿Sabés lo que pasó en Argentina en Diciembre de 2001?
La gente salió a la calle a batir sus cacerolas de aluminio
y el Presidente huyó en helicóptero,
debe ser humillante para un liberal huir en helicóptero.

Allen, mi país está lleno de liberales, como el mundo;
hay uno que sostiene: que los indígenas se defienden mal.
Como soy tan hijo de puta como vos digo: se defienden como pueden,
ya sea en Bolivia como en Chiapas,
vos los conociste bien a los indios de Chiapas,
comían y comen tortillas sin vitaminas,
pero no conociste la mierda que escribe
el que sostiene que los indígenas se defienden mal,
se cree el Gardel de las letras argentinas
y el Sinatra de las letras del mundo;
Allen, por lo general estos personajes son más fascistas
que los que ellos acusan de camisas negras,
llevan el enano adentro con una gracia,
una simpatía que sólo el liberalismo les otorga,
por eso se reúnen con sus lectores en hoteles de cinco estrellas,
en tanto los indígenas se defienden mal, se defienden mal.

Allen, llevo conmigo y sinmigo un pequeño recorte de La Nación,
donde dice que Videla es el expresidente de facto,
Perón era “el tirano prófugo”, “el tirano prófugo”,
y La Nación fue, es y será tribuna de doctrina cívica,
con leer unas cartas de lectores se puede dar testimonio de ello.
Querido Allen, no recuerdo que su maldito suplemento cultural
te recuerde a menudo y tampoco a desmenudo,
me parece que estás en el Index de La Nación,
que debe ser como estar en el Index de la revista Time.
A vos te obsesionaba la revista Time, a mí el matutino La Nación,
y te repito: en la esquina de mi casa no hay ninguna dulcería;
además eras drogadicto, igual que Maradona,
y ellos no le tienen ninguna simpatía a Maradona,
ellos tienen simpatía por Martín Amis,
que denigra a Diego y a todos los argentinos,
dice que los argentinos no somos respetuosos de las leyes,
en el mismo momento que el ejército de su Graciosa Majestad
hace mierda poblaciones civiles, torturan alegremente a iraquíes
y destruyen y saquean siglos de cultura,
pero el problema somos los argentinos que nos cagamos en las leyes,
que preferimos el gol que Diego les hizo con la mano,
al otro en que engañó a medio equipo de su Graciosa Majestad.
Este imbécil no se dio cuenta que los dos goles fueron con la mano,
él cree que el segundo gooooolll, se puede hacer de otra manera
que no sea con la mano, alguien que hace un gooooolll,
como ése con el pie, es Dios, y Dios no existe.


Allen, le robé un libro a Smerling y pretende que se lo devuelva,
cómo voy a devolver algo que robé, qué le pasa a Smerling,
¿se estará volviendo normal? De ocurrir eso terminaría nuestra amistad,
ella nació, creció y se desarrolla gracias a su fractura mental
y a mi fractura mental; de soldarse alguna de éstas,
todo se perdería entre nosotros, todo ¡Basta de Smerling y yo!
Uno caminaría hacia el norte, el otro hacia el sur,
uno hacia el este, el otro hacia el oeste.
Allen, ¿con quien te irías, con él o conmigo?
Él se alegró cuando le dije que había robado Las Ciudades Invisibles
a un compañero de la secundaria y no me pidió que se lo devuelva,
tampoco me pide que devuelva El Triunfo de una Obsesión,
pertenecía a Julia Arias y tiene dos dedicatorias:
del árbitro internacional Luciano W. Cámara
y del gran maestro Herman Pinlik;
a vos que te gustan las fechas, lo robé en 1978.
Yo quiero seguir siendo yo. ¿Smerling querrá dejar de ser Smerling?
Por eso no voy a devolverle el libro, no quiero que deje de ser Smerling,
esa es tarea de psiquiatra y yo odio a los psiquiatras.
Devolverle el libro sería una actitud moralista
y eso podría acarrearme problemas de conciencia,
sería mi derrota final, además el libro que le robé
es Para Contribuir a la Confusión General, de Aldo Pellegrini,
si Pellegrini viviera, diría que el nuevo dueño del libro es Veronese,
y me otorgaría un título de propiedad;
el robo es el mayor aporte del liberalismo a la civilización,
el resto no es silencio, es barbarie, barbarie.

Che Allen ¿será cierto que el infinito no tiene fin, pero tuvo principio?
¿Será cierto que la eternidad no tiene fin, ni tuvo principio?
Eso lo escuché el otro día sobre un colectivo,
yo pasé y seguiré pasando mi merdosa vida sobre colectivos.
Siempre he sido pobre, he nacido pobre,
vine al mundo con las manos vacías y me iré con las manos vacías,
mi casa era de madera y chapa y el piso de tierra.
El otro día dije, me hicieron decir en Vuelo Solitario,
el programa de radio que hacemos con Smerling y Perla Patrón,
que mi ficha de indigente-Allen, hasta ella me  la enrostra-,
que mi prontuario de marginal está en Entre Ríos 1492.
Estoy tan acostumbrado a la pobreza-me han hecho acostumbrar-
que si dejara de ser pobre, extrañaría la pobreza, mucho.
Creo que por eso el sistema quiere que siga siendo pobre,
para que no extrañe la pobreza ¡debe ser terrible extrañar la pobreza!
Ayer fui al hospital, a las doce de la noche, estaba solo,
me sentía mal, todo el día me sentí mal, y a las diez y media de la noche
me subí a un colectivo, el181, y me fui al Vélez Sarsfield;
la doctora que me atendió no me encontró nada, ni grave ni no grave,
me dijo: tome mucho líquido y asee su boca con bicarbonato.
Es lo que estoy haciendo, no sé hasta cuándo lo haré,
lo que sí haré siempre, hasta el final de mis días,
es subirme y subirme y subirme a colectivos.
Anoche no tenía fuerzas para venirme del  hospital caminando,
esperé, esperé, apareció un 181 y me volví a casa.
Mi casa ya no es más de madera y chapa, ni el piso de tierra,
pero está destruida, destruida, derrotada, como yo;
sí Allen, es una casa derrotada como yo.
Las casas también pierden el pelo y se arrugan,
aunque no se miren en el espejo, se van consumiendo
como te consumiste vos, y como me consumo yo.

¿Por qué carajo recordás a James Dean, a Sacco, a Vanzetti, a Naoemí,
a quince millones de personas que jamás volvieron de Siberia?

De nuevo hace un calor de cagarse y no me siento bien.
Aunque la doctora me dijo que no tengo nada grave ni no grave,
no me siento bien, tengo la boca amarga como la hiel,
transpiro y no dejo de transpirar, debe ser la fiebre
que va y viene por mi cuerpo, sin querer salir de él;
encima no tengo un puto peso y quién sabe cuándo lo tendré,
como a vos molti me devono lacrime de uomo a uomo.
Estoy solo sentado a mi máquina de escribir,
perdoname, soy injusto con vos, no estoy solo,
te tengo aquí conmigo, rodeado de mi pobreza,
de mi puta pobreza: papeles desparramados,
libros tirados por el suelo,
debajo de la mesa,
de la cómoda,
debajo de la cama.
Pero mi otro vecino, el B, viaja en su cuatro por cuatro
y su mujer en un Citröen rojo, muy rojo,
mucho más rojo que la sangre roja de Van Gogh.
Tengo puesta una remera que dice: AJEDREZ SOLIDARIO,
es de una simultánea que se hicieron en los lagos de Palermo,
fue la última vez que me llamaron para trabajar.
A mi vecino y a su mujer jamás los citó la justicia, me confundo…
el calor, el calor y no me siento bien, los citaron varias veces
pero nunca se presentaron, son ricos
y los ricos no tienen por qué acatar citaciones judiciales;
eso es para los pobres, los pobres sí debemos acatar, obedecer;
si no lo hacemos la policía, que está al servicio de la comunidad,
nos reprime y nos arresta, es fácil reprimir y arrestar a un poeta
sentado ante su miserable máquina de escribir
y vestido con una remera de AJEDREZ SOLIDARIO;
las simultáneas se distinguían con ese slogan,
los que querían jugar tenían que llevar un alimento no perecedero
para la gente más pobre, hay argentinos mucho más pobres que yo.



Allen querido, también yo recuerdo a Pier Angelli, a James Dean,
a Sacco, a Vanzetti, a doña Alfonsina, a los que no volvieron de Trelew,
a Gatica, a Bonavena, a Marechal, a Discepolín,
a Discepolín que tenía el corazón descamisado,
y porque tenía un corazón descamisado lo hicieron mierda.
Aquellos que no tenían el corazón descamisado, lo hicieron mierda,
parece que no se puede tener un corazón descamisado;
se puede tener cualquier corazón, corazón de un peso, un dólar,
corazón de matutino La Nación,
corazón de ALCA,
corazón de relaciones carnales,
corazón de invasión a Irak,
corazón de mostrar la decadencia y el sufrimiento del Papa,
corazón de globalización,
corazón de Sebrelli,
de López Murphy,
de Padre Grassi,
de Monseñor Aguer,
corazón de Sharon,
de Berlusconi,
de Blair,
corazón de reina Victoria,
de príncipe Carlos,
de Camila,
corazón de Putin,
de invasión a Chechenia,
corazón de arrojar bombas atómicas,
de torturar a prisioneros indefensos,
corazón de hambrear a aquellos que tienen ojos de falta de dinero,
pero no se puede tener un corazón descamisado,
y Discepolín tenía un corazón descamisado,
un corazón descamisado ¡hecho tango!

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