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viernes, 8 de enero de 2016

Aullido, de Allen Ginsberg, segunda parte

Segunda parte. Versión de Gerardo Burton




II
¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió de golpe sus cráneos y devoró su cerebro y su imaginación?
¡Moloc! ¡Soledad! ¡Mugre! ¡Repugnancia! ¡Tachos de basura y dólares inalcanzables! ¡Chicos gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos que sollozan en los ejércitos! ¡Ancianos gimiendo en los parques!
¡Moloc! ¡Moloc! ¡Pesadilla de Moloc! ¡Moloc el sin amor! ¡Moloc mental! ¡Moloc el duro juez de los hombres!
¡Moloc, la prisión incomprensible! ¡Moloc, penitenciaría sin alma y de huesos cruzados y congreso de las penas! ¡Moloc cuyos edificios son sentencias! ¡Moloc la vasta piedra de la guerra! ¡Moloc los aturdidos gobiernos!
¡Moloc cuya mente es pura maquinaria! ¡Moloc cuya sangre es moneda corriente! ¡Moloc cuyos dedos son diez ejércitos! ¡Moloc cuyo oído es una tumba humeante!
¡Moloc cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloc cuyos rascacielos están en las largas calles como Jehováes infinitos! ¡Moloc, cuyas fábricas sueñan y gruñen en la bruma! ¡Moloc, cuyas chimeneas y antenas coronan las ciudades!
¡Moloc cuyo amor es petróleo y piedra eternos! ¡Moloc cuya alma es electricidad y bancos! ¡Moloc cuya pobreza es el espectro del genio! ¡Moloc cuyo destino es una nube de hidrógeno asexuada! ¡Moloc cuyo nombre es la Mente!

¡Moloc, en quien yo me siento solo! ¡Moloc, en quien yo sueño Ángeles! ¡Loco en Moloc! ¡Chupapija en Moloc! ¡Falto de amor y sin hombre en Moloc!
¡Moloc que entró temprano en mi alma! ¡Moloc en quien soy una conciencia sin cuerpo! ¡Moloc que me espantó de mi éxtasis natural! ¡Moloc en quien me abandono! ¡Levántate en Moloc! ¡Corriente luminosa del cielo!
¡Moloc! ¡Moloc! ¡Departamentos robóticos! ¡Suburbios invisibles! ¡Tesoros esqueléticos! ¡Capitales ciegos! ¡Industrias demoníacas! ¡Naciones espectrales! ¡Manicomios invencibles! ¡Pijas de granito! ¡Bombas monstruosas!
¡Ellos se rompieron la espalda para elevar a Moloc al cielo! ¡Pavimentos, árboles, radios, toneladas llevando la ciudad al Cielo que existe y está en todos lados encima de nosotros!
¡Visiones! ¡Augurios! ¡Alucinaciones! ¡Milagros! ¡Éxtasis hundidos en el río norteamericano!
¡Sueños! ¡Adoraciones! ¡Iluminaciones! el lastre completo de la mierda sensible!
¡Rajaduras sobre el río! ¡Saltos mortales y crucifixiones hundidos en la creciente! ¡Alturas! ¡Epifanías! ¡Desesperaciones! ¡Gritos de animales y suicidios durante diez años! ¡Mentes! ¡Amores nuevos! ¡Generación loca sepultada por las rocas del Tiempo!
¡Risa real y santa en el río! ¡Todos la vieron! ¡Los ojos salvajes! ¡Los alaridos santos! ¡Ellos se despidieron! ¡Saltaron de los tejados hacia la soledad, haciendo señas, llevando flores hacia el río, en la calle!

III


¡Carl Solomon! Estoy con vos en Rockland donde vos estás más loco que yo
Estoy con vos en Rockland
donde debés sentirte muy extraño
Estoy con vos en Rockland
donde vos imitás la sombra de mi madre
Estoy con vos en Rockland
donde asesinaste a tus doce secretarias
Estoy con vos en Rockland
donde reís ante este humor invisible
Estoy con vos en Rockland
donde somos grandes escritores con la misma espantosa máquina de escribir
Estoy con vos en Rockland
donde tu situación se agravó y se difunde por la radio
Estoy con vos en Rockland
donde las facultades del cráneo no admiten ya los gusanos de los sentidos
Estoy con vos en Rockland
donde tomás el té de los pechos de las solteronas de Útica
Estoy con vos en Rockland
donde hacés juegos de palabras sobre los cuerpos de tus enfermeras las arpías del Bronx
Estoy con vos en Rockland
donde gritás en un chaleco de fuerza que estás perdiendo el real pingpong del abismo
Estoy con vos en Rockland
donde disparás sobre el piano catatónico el alma es inocente e inmortal nunca morirá impiadosamente en un manicomio armado
Estoy con vos en Rockland
donde cincuenta electroshocks más no devolverán a su cuerpo tu alma de su peregrinaje hacia una cruz en el vacío
Estoy con vos en Rockland
donde acusás de demencia a tus médicos y tramás la revolución socialista hebrea contra el Gólgota nazifascista
Estoy con vos en Rockland
donde separás los cielos de Long Island y resucitás tu Jesús humano y viviente de la tumba sobrehumana
Estoy con vos en Rockland
donde hay veinticinco mil camaradas locos cantando todos juntos las últimas estrofas de La Internacional
Estoy con vos en Rockland
donde abrazamos y besamos a los Estados Unidos bajo nuestras frazadas los Estados Unidos que tosen toda la noche y no nos dejan dormir
Estoy con vos en Rockland
donde nos levantamos electrocutados fuera del coma por los aeroplanos de nuestras almas que rugen sobre el techo han venido a arrojar bombas angélicas el hospital se ilumina se desmoronan las paredes imaginarias  Oh, las flacas legiones corren afuera  Oh, choque de misericordia de estrellas y barras de la guerra eterna está aquí  Oh victoria olvida tu ropa interior estamos aquí
Estoy con vos en Rockland
en mis sueños caminás chorreando de un viaje por mar en la autopista a través de Norteamérica llorando hasta la puerta de mi cabaña en la noche del Oeste.

San Francisco, 1955/56

ºNota al pie de "Aullido"

¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
¡El murmullo es santo! ¡El alma es santa! ¡La piel es santa! ¡La nariz es santa! ¡La lengua y la pija y la mano y el culo son santos!
¡Todas las cosas son santas! ¡Todos los hombres son santos! ¡Todos los lugares son santos! ¡Cada día es eternidad! ¡Cada hombre es un ángel!
¡El vago es tan santo como un serafín! ¡El demente es santo como tú, mi alma, lo eres!
¡Santos Peter, santo Allen, santo Solomon, santo Lucien, santo Kerouac, santo Huncke, santo Burroughs, santo Cassady, santos los desconocidos sodomitas y mendigos sufrientes santos los ángeles humanos horribles!
¡Santa mi madre en el asilo de dementes! ¡Santas las vergas de los abuelos de Kansas!
¡Santo el gimiente saxofón! ¡Santo el apocalipsis bop! ¡Santas las bandas de jazz, la marihuana, los hipsters, la paz, el junk, las baterías!
¡Santas las soledades de los rascacielos y los asfaltos! ¡Santas las cafeterías con los millones! ¡Santos los misteriosos ríos de lágrimas bajo las calles!
¡Santo el solitario holocausto! ¡Santo el cordero enorme de la clase media! ¡Santos los locos pastores de la rebelión! ¡Quien entierra a Los Ángeles es Los Ángeles!
¡Santa Nueva York! ¡Santa San Francisco! ¡Santas Peoria & Seattle! ¡Santa Tánger, Santa Moscú, Santa Estambul!
¡Santo tiempo en la eternidad santa eternidad en el tiempo santos los relojes en el espacio santa la cuarta dimensión santa la quinta Internacional santo el ángel en Moloc!
¡Santo el mar, santo el desierto santa la autopista santa la locomotora santas las visiones santas las alucinaciones santos los milagros santo el globo ocular santo el abismo!
¡Santo el perdón! ¡piedad! ¡caridad! ¡fe! ¡santos! ¡Lo nuestro! ¡Cuerpos sufrientes! ¡Magnanimidad! ¡Santa la sobrenatural extra brillante e inteligente amabilidad del alma!

Un supermercado en California

Qué pensamientos tuve anoche de ti, Walt Whitman, mientras caminaba por las veredas bajo los árboles con un autoconciente dolor de cabeza mirando la luna llena
¡En mi fatiga hambrienta, mientras compraba imágenes, entré en el supermercado de fruta de neón, soñando tus enumeraciones!
¡Qué duraznos y qué penumbras! ¡Familias enteras comprando de noche! ¡Pasillos llenos de maridos! ¡Esposas en las paltas, bebés en los tomates! ¿y vos, García Lorca, qué estabas haciendo entre las sandías?

Yo te vi, Walt Whitman, sin hijos, solitario y anciano arrancador de pasto, hurgando la comida en la heladera y mirando a los muchachos de los almacenes
Yo te escuché preguntar a cada uno: ¿quién mató al cerdo? ¿A qué precio las bananas? ¿Vos sos mi ángel?
Yo vagué dentro y fuera de las brillantes pilas de latas persiguiéndote, y seguí en mi imaginación cerca del guardia del supermercado
Juntos dimos zancadas bajo los corredores abiertos en nuestra solitaria fantasía mientras probamos alcauciles, nos apoderamos de cada golosina congelada y nunca pasamos la cajera.

¿Dónde estamos yendo, Walt Whitman? Las puertas cierran en una hora. ¿Hacia qué caminos apunta tu barba esta noche?
(Yo toco tu libro y sueño con nuestra odisea en el supermercado y me siento absurdo)
¿Vamos a caminar toda la noche a través de calles solitarias? Los árboles agregan sombra a la sombra, las luces fuera y dentro de las casas, ambos estaremos solos.
¿Vagaremos soñando con la perdida Norteamérica, con el pasado amor, azules automóviles en las carreteras, hogar en nuestra silenciosa cabaña?
Ah, querido padre, viejo y solitario maestro corajudo de la barba gris, ¿qué América tuviste cuando Caronte dejó de empujar su barca y te arrojaste en una orilla humeante y quedaste mirando cómo el bote desaparecía en las negras aguas de Letea?

Berkeley, 1955

Transcripción de música de órgano

La flor en el frasco de vidrio de los manís hace tiempo en la cocina se torcía para encontrar un lugar en la luz,
la puerta del armario, abierta porque la usé antes, y estaba amablemente abierta aguardándome a mí, su dueño.

Yo empecé a sentir mi miseria en el colchón sobre el piso, escuchando música, mi miseria, por eso es que quiero cantar.
La habitación se cerró sobre mí, y esperé la presencia del Creador, vi mis paredes pintadas de gris, el cielorraso, y ellos contenían mi habitación, y a mí,
como el cielo contenía mi jardín
y abrí la puerta.
La parra ascendió a la columna de la cabaña, las hojas en la noche permanecían donde el día las había puesto, las cabezas de animal de las flores donde habían abierto
para pensar ante el sol.


¿Puedo volver atrás las palabras? ¿Algún pensamiento de transcripción nublará mi abierto ojo mental?

La amable búsqueda de crecimiento, el gracioso deseo de existir de las flores, mi casi éxtasis de existir entre ellos
El privilegio de sabiduría en mi existencia - tú también debes buscar el sol...

Mis libros apilados delante de mí para usarlos
esperando en el espacio donde los coloqué, ellos no han desaparecido, el tiempo les dejó sus remanentes y cualidades para que yo las use - mis palabras apiladas, mis textos, mis manuscritos, mis amores.

Yo tuve un momento de claridad, vi el sentimiento en el corazón de las cosas, caminé hacia el jardín llorando.
Vi los rojos capullos a la luz nocturna, el sol se había ido, todos habían crecido, en un momento, y estaban esperando detenidos en el tiempo la vuelta del sol diurno y que les diera...
Las flores que como en un sueño a la puesta del sol yo regaba fielmente sin saber cuánto las amaba.
Yo estoy tan solo en mi gloria  ‑ salvo ellos demasiado fuera allí ‑ yo busqué ‑ esos brotes rojos de arbustos tentando y escudriñando en la ventana que aguarda en el amor ciego, sus hojas también esperan y están vueltas hacia el cielo para recibir ‑ toda la creación abierta para recibir ‑ la misma tierra entera.

La música desciende, como hace el tallo alto del brote pesado, porque debe hacerlo, para permanecer  vivo, para continuar hasta la última gota de regocijo.
El mundo conoce el amor que está en su pecho como en la flor, el mundo solitario y sufriente.
El Padre es misericordioso.

El portalámparas está mal instalado en el cielorraso, después de construida la casa, como para admitir sin problemas un enchufe, y sirve ahora para mi tocadiscos...


La puerta del armario está abierta, donde yo la dejé, desde que la dejé abierta quedó graciosamente abierta.
La cocina no tiene puerta, el agujero me admitirá yo quisiera en la cocina.
Recuerdo cuando yo me acosté primero, H.P. se tomó graciosamente mi cherry, me senté en los muelles de Provincetown, tenía 23, estaba alegre, elevado en mi esperanza en el Padre, la puerta del vientre estaba abierta para admitirme si hubiera deseado entrar.

Hay electricidad inutilizada enchufes por toda mi casa por si yo los pudiera necesitar.
La ventana de cocina está abierta, para que entre el aire...
El teléfono ‑ triste para relacionar ‑ está sentado  en el piso ‑ no tengo dinero para conectarlo ‑

Quiero que la  gente se incline cuando me ve y diga él tiene el don de la poesía, él ha visto la presencia del Creador.
Y el Creador me sacudió con su presencia para gratificar mi deseo, para que no engañarme en mi anhelo de él.

Berkeley 1955.

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