El sutra del girasol
Yo caminé por las riberas del muelle de hojalata y bananas y me senté debajo de la enorme sombra de una locomotora del Southern Pacific para mirar la puesta del sol sobre las colinas de la boletería y gritar.
Jack Kerouac se sentó a mi lado sobre un poste de hierro oxidado, compañero, nosotros teníamos los mismos pensamientos del alma, estábamos desabrigados y melancólicos y con la mirada triste, rodeados por las retorcidas raíces de acero de árboles de las máquinas.
El agua aceitosa sobre el río reflejaba el cielo rojo, el sol se hundía en lo alto de los últimos picos de Frisco, ningún pez en esa corriente, ningún ermitaño en esos montes, simplemente nosotros mismos, con los ojos reumáticos y colgados como los vagabundos viejos sobre las orillas del río, cansados y taimados.
Mira el girasol, dijo él, había una sombra gris muerta contra el cielo, grande como un hombre que está sentado y aburrido en lo alto de una montaña de aserrín viejo-
-yo me precipité arriba encantado - era mi primer girasol - las memorias de Blake - mis visiones- el Harlem.
y los Infiernos de los ríos orientales, los puentes rechinando como emparedados de Joe Grasoso, carritos de bebés muertos, llantas negras sin pedal olvidadas y sin recapar, el poema de las orillas del río, preservativos y ollas, cuchillos de acero, ninguno inoxidable, sólo la bosta húmeda y los afilados elementos de afeitar que se hunden en el pasado ‑
y el girasol gris en reposo contra el ocaso desierto, crujiente y polvoriento con el tizne y smog y humo de locomotoras antiguas en su ojo ‑
la corola de la nublada espiga puesta hacia abajo y rota como una corona golpeada, las semillas caídas de su cara, una boca con un aire de sol dentro de poco desdentada, los rayos de sol borrados de su cabeza como el seco alambre de una telaraña
las hojas quedaron clavadas como brazos fuera del tallo, gestos desde la raíz del aserrín, rompió pedazos de yeso caídos de las ramitas negras, una mosca muerta en su oreja,