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lunes, 2 de noviembre de 2015

La poesía en la calle - Jack Hirschman

Durante la reciente edición del Festival Cuba Poesía, en La Habana, participó el poeta norteamericano Jack Hirschman, compañero de generación y amigo de Karl Shapiro, Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti. Sus posiciones de izquierda y antisistema, en especial por su militancia contra la guerra de Vietnam, le valieron la expulsión de la Universidad de Los Ángeles.

Por Gerardo Burton
geburt@gmail.com




La tarde es calurosa en el barrio del este de La Habana, donde uno de los vecinos que cuida la casa de la hija de Alex Pausides riega las plantas del jardín, aplastadas por el bochorno del verano cubano. Este hombre es veterano de guerra, fue oficial del ejército cubano y tiene como segundo -o primer- oficio el contar épicas historias de su participación en la revolución y en su defensa. Ahora trabaja como chofer, custodio y jardinero de Pausides, el poeta que dirige la sección literatura de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Uneac.

Es la despedida del XV Festival Cuba Poesía que reunió durante una semana a unos cincuenta poetas de las Américas -Brasil, México, El Salvador, Estados Unidos, Colombia, Argentina y, por supuesto, Cuba- en un intenso intercambio de estéticas, maneras de decir y hacer la poesía según geografías, ideologías, luchas y esperanzas muchas veces distintas pero más veces todavía, comunes.
En dos de esos inmensos automóviles de finales de los años cincuenta, brillantes y majestuosos como transatlánticos recién pintados con colores que desafían al arco iris -los famosos “almendrones”- los poetas van llegando a la casa del encuentro. Allí, entre tragos de ron, vodka y otros alcoholes acompañados por agua, gaseosas y tamales, aceitunas, jamón y queso, culmina el festival.
La casa parece deshabitada o apenas preparada como albergue de transitorios pasajeros. Es así: Jack Hirschman, un octogenario poeta norteamericano socialista perteneciente a la generación beat, pasó aquí el festival. Alto, con una sonrisa socarrona techada por un bigotazo y enmarcada por una larga cabellera canosa, se sienta a beber de un vaso un líquido que parece agua y que luego se descubrirá que había sido vodka.
La charla comienza como quien no quiere la cosa: dice que nació en el Bronx, en Nueva York, hace más de 80 años -en realidad, en este mayo suma 82-, exclama con orgullo que es “el único poeta comunista de los Estados Unidos. Editó una cantidad enorme de libros y plaquetas en ediciones alternativas, tradujo y analizó la obra de poetas de todos los tiempos y países y vive en tres ciudades de dos continentes, contando esa en la que nació. Editó en City Lights, la editorial de Lawrence Ferlinghetti y, como parte de esa generación, fue amigo de Allen Ginsberg “y de los otros”.
En noviembre de 1953, Hirschman fue a una de las lecturas que Dylan Thomas tenía programadas en Nueva York. Prescinde de la pregunta ya convertida en un lugar común sobre los 18 whiskies y afirma que Thomas “era un gran lector, un excelente lector de poesía. Decía los textos de una manera admirable, con cadencia, con música. Había sido invitado a Nueva York por el éxito que había tenido con sus programas en la BBC en Londres”. Cierto: como había sido rechazado para sumarse al ejército británico en la guerra contra Alemania y los países del eje, Thomas buscó empleo en la empresa estatal de radio para hacer propaganda a favor de la causa aliada y programas de poesía y narrativa. Y desde esa época fue uno de las principales fuentes de trabajo del galés.
En la lectura que menciona Hirschman, Dylan Thomas “leyó poemas de Yeats y de Eliot. Fue fantástico. Entonces, le pregunté por qué no leía poemas suyos y se sorprendió: 'Ah, pero usted conoce mi poesía', dijo, y entonces recitó de memoria 'En mi oficio o arte sombrío'”.
Niega veracidad a la -ahora legendaria borrachera de los 18 whiskies que supuestamente mataron a Thomas: él “padecía diabetes, y su muerte fue a partir de un coma apresurado por el alcohol, pues en realidad bebía mucho”.
Luego la charla se dirige hacia Allen Ginsberg y su importancia en la poesía norteamericana y occidental y sobre el verso de Walt Whitman y la renovación que introdujo en la poesía anglosajona. Coincide en que los poetas actuales somos herederos de Whitman y Baudelaire y que a partir de ellos escribimos.
Hirschman cuenta que tradujo el Finnegan's Wake, de Joyce, al italiano, y afirma que esa obra, que es “la mejor del irlandés”, junto con El sonido y la furia y Absalón, Absalón, de William Faulkner, “cambiaron la literatura moderna”,
Sin embargo, no coincide “para nada” en la valoración de Virginia Woolf, cuyas novelas Las olas o Mrs. Dalloway han sido equiparadas a las que mencionó antes.
Hirschman, que es uno de los traductores de Neruda al inglés y ha seguido la obra del chileno en sus distintas etapas, se pregunta por qué en la Argentina se publicaron póstumamente siete libros. Quizás se deba a que Neruda cruzó los Andes al exilio durante la dictadura de González Videla, quizás a su largo matrimonio con Delia del Carril, la pintora que perteneció a una familia de la oligarquía porteña ligada al negocio editorial.
San Francisco, Nueva York y Londres son las ciudades de residencia de Hirschman, que se alternan según los diagramas laborales y familiares. Tiene que ver con los viajes de su mujer, Agnetta -Aggie- Falk, pintora y también poeta. Ella reside en Suecia con sus hijos pero comparte con Hirschman numerosas actividades -recitales, distribución y lectura callejera de poemas, participación en el Movimiento Poético Mundial, entre otras organizaciones de poetas.
Sus padres, cuenta, eran judíos de Bielorrusia y emigraron a Italia, donde se instalaron transitoriamente hasta radicarse en forma definitiva en los Estados Unidos. Allí, dice, conoció a los mejores poetas de la generación beat, con quienes comenzó su trayectoria como poeta con una conciencia muy sólida acerca de la estrecha relación entre la creación artística y la política, la transformación de la sociedad en marcha al socialismo. De ahí su “buenísima, excelente relación con Cuba y los cubanos, porque son un pueblo que ha resistido un bloqueo que es casi una guerra declarada durante más de medio siglo”.
Contradice a Mallarmé: asegura que “un golpe de dados sí puede abolir el azar”, y añade que hay, en la poesía, un alto componente de azar, que, en este caso, no puede abolirse.
Sus poemas circularon siempre en libros o plaquetas de tiradas reducidas, en ediciones artesanales o impresos en editoriales alternativas, como City Lights o New Directions.
Dice que la poesía es la lucha contra la sociedad de consumo y por eso circula con prescindencia de los mecanismos habituales del mercado. No tiene necesidad de los rigores y oropeles de la academia, asegura, porque la poesía está “más en la calle que en las librerías y en las aulas”, acaso recordando que fue expulsado de la universidad de Los Ángeles por sus posiciones antisistema y por militar activamente contra la guerra de Vietnam.
Hirschman compone una poesía decididamente política, que expresa una posición tomada frente a la historia y apela a imágenes cargadas y a veces muy retóricas. Su presencia y sus lecturas enfervorizaron a los chicos en las escuelas primarias y secundarias que recorrió durante el festival, junto con su compatriota Dorothy Payne. Quizás sus poemas tengan ese componente agitador, revolucionario, con consignas e imágenes duras sobre las realidades históricas y entonces esa combinación resulte muy atractiva para su público.
También su manera de leer los textos, la vehemencia de su voz y su gesto histriónico, la fuerte retórica socialista y las consignas, aparentemente fuera de tiempo, le merecieron los elogios y homenajes que recibió.



El festival

Hacia finales de mayo, Jorge Fornet, director de Casa de las Américas recibió, de una delegación de seis poetas patagónicos, la donación de 175 libros de poesía editados en la región. Fornet recordó que en 2010, el jurado del premio de poesía le informó que se había elegido a un argentino y que pensó entonces que no era novedad. Cuando le dijeron que era de la Patagonia consideró que sería el único en esa región.
Se trataba de Bruno Di Benedetto, el poeta residente en Puerto Madryn, que había sido premiado por su Crónica de muertes dudosas.
Di Benedetto, con Liliana Campazzo y Silvia Castro, de Río Negro y Sergio Sarachu, Raúl Mansilla y Gerardo Burton de Neuquén, participó a finales de mayo de la décimo quinta edición del Festival Internacional Cuba Poesía en La Habana. Durante su realización, además de conformarse la biblioteca de poesía patagónica en Casa de las Américas, se realizaron lecturas en la sede de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC), en librerías, escuelas primarias y secundarias y en el patio arbolado de la Fragua Martiana.
También participaron además poetas de Estados Unidos, Colombia, Brasil, México, El Salvador y los propios cubanos.
Además, Di Benedetto expuso su reciente libro Cámara de Niebla; Campazzo su “A boca de pájaro; Castro, Isondú, mientras que Sarachu, Mansilla y Burton presentaron el libro “Poetas de Neuquén en La Habana”, que incluye textos de la recientemente fallecida Macky Corbalán.
Además, la historia del maestro Carlos Fuentealba, que murió baleado por un policía durante una manifestación en 2007 en Arroyito, a pocos kilómetros de la capital neuquina, será incluido en la cátedra de Maestros Luchadores de América Latina por la Escuela Pedagógica Fulgencio Oroz Gómez, de la ciudad de La Habana, Cuba. La institución cubana, una de las más tradicionales en la formación de alfabetizadores y maestros de la isla, envió una serie de libros que forman parte del contenido pedagógico y recibirá próximamente la visita de educadores neuquinos.
La gestión, realizada por los poetas Sarachu, Mansilla y Burton en su reciente visita a Cuba, fue parte de un compromiso realizado con la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN).
Según indicaron los escritores neuquinos “mantuvimos un encuentro con las vicedirectoras de la institución, Tamara Díaz y María Luisa Martínez; la bibliotecaria, Nora Cruz y la docente Bárbara Vázquez; y luego se sumó la directora de la Escuela, quien venía de una reunión sobre Educación entre ese país y Estados Unidos. Precisamente en ese encuentro, una educadora argentina de la UBA, había mencionado el legado pedagógico y el testimonio de lucha de Carlos”.



Datos biográficos 

Jack Hirschman nació en Nueva York en 1933 y es considerado por la crítica norteamericana a la vez como sobreviviente de la generación beat y como un radical poeta socialista, casi único en su género en los Estados Unidos. Es un habitante de las dos costas y ocasionalmente también residente en Italia -su mujer vive en Suecia, con sus hijos, y se reúnen por temporadas en la península-.
Fue estudiante y luego profesor universitario pero su compromiso fundamental fue con la poesía y con la política. Integró la Unión de Poetas Callejeros, que tenían la costumbre de difundir sus textos en panfletos, y, en San Francisco, constituyó con otros colegas la Unión de Escritores de Izquierda de esa ciudad, que lo ungió como poeta laureado en 2006.
Es un prolífico poeta, publica en pequeñas tiradas de no más de 150 ejemplares en editoriales alternativas, muchas veces artesanales o caseras y distribuye sus publicaciones fuera de cualquier circuito comercial. También tradujo al inglés a Vladimir Maiakovski, Stéphane Mallarmé, Jean Cocteau, Pablo Neruda, Roque Dalton, César Vallejo y otros, y es autor de ensayos sobre literatura y poesía.
Entre sus publicaciones figuran Una correspondencia de norteamericanos, con prólogo de Karl Shapiro, Lyripol -un juego de palabras entre lírica y política-; Líneas del frente: poemas elegidos, Todo es izquierda; Los arcanos -considerado por la crítica su obra maestra-, que se publicó en 2006. Este último se trata de un texto escrito a lo largo de décadas, a la manera de las Hojas de hierba de Walt Whitman y “describe el progreso de una conciencia individual a través de los paisajes atestados con la horrible gloria de la vida moderna”, según Alan Kaufman.


Dos poemas

Nunca más

Ellos fueron gaseados, quemados por millones
por el simple hecho de existir.
Aquellos que sobrevivieron dijeron: ¡Nunca más!
Se les pidió que vinieran a Hanoi
y continuaran la revolución socialista.
Contestaron: ¡Nunca más!

Nunca más confiaremos en ningún gobierno.
Haremos nuestro hogar en Palestina,
venceremos a los árabes allí, los dispersaremos o
los dejaremos vivir como sombras irregulares
en los campos de nuestra ocupación.
Viviremos en y entre la capital de América,

como Israel, por nombre, como la nación Judía,
y nunca más sufriremos holocaustos
por el simple crimen de existir.
Pero aunque Israel creció y prosperó,
aquellos a quienes desplazó y arrestó
estaban susurrando: ¡Nunca más!

Pobres y desterrados, construyen su resistencia
y luchas y pierden una y otra vez
ante la armada sionista de armas americanas.
El lenguaje del socialismo, de la fraternidad
y la armonía de los pueblos de diferentes culturas
murió de agotamiento en el Medio Oeste, por
el dinero. Ofertas. Estúpidas comidas. Ominosas mulas.

Mudas moles. Porciones de momia*. La Estrella
de David desenrollada sobre la tierra,
pero los verdaderos David estaban en las calles
arrojando piedras al Goliat.
Oh filistea ironía y reverso del hebreo.

Aquellos que son más pobres y sin estado,
que han convertido su odio a la sumisión
a la esclavitud en mártires brigadas de humanas
armas suicidas, y han llamado a su linaje
a unirse a su ataque sobre la feroz colonia
de los Estados Unidos de la Explotación;

ellos, los más pobres y desarraigados, para quienes
la única solución aún respira, la única
solución que no es el genocidio ni el fratricidio
ni una solución final ella misma, donde apretones de mano
y palabras pueden aún abrir las puertas al
lenguaje del futuro socialismo de una Nueva

Israel y una Nueva Palestina,
---donde ¡nunca más!
estará el llanto unido
de ambos, apuntando
a la tierra del fraude
y la casa de la codicia.


* N.T. Juegos de palabras y sonidos: "Dunny - Doomy - Dummy - Mummy" y "meals - mules - moles - doles" de imposible reproducción en español.

* * *

Los niños

Por doquier se recordarán
sus brazos, sus piernas,
los espacios amputados
serán Nada contramarcada
en sus pequeñas almas,
para nunca olvidar, Israel,
tú destrozaste sus navíos
con tu cañón, cagaste en
la palabra, le dijiste jódete
al feto en el vientre.

Tú y no ellos orinaste
tu propio tetragrámaton
totalmente profano, sus letras
un fraude y una farsa.
Quisiera poder alimentarte con
granadas de mano en tu tazón,
quisiera rellenar con niños muertos
tus ojos, amantes de aprender
mentiras.

Pueda la Selah romperse
en tu boca, pueda el amén
no encontrar capítulo ni versículo,
pueda tu comida convertirse
en las extremidades gangrenosas
de los niños que derribaste,
esos pequeños árboles de chispas.
Has matado a David una
y otra vez, tú, estrella de muerte.

¡Oh Aliyah, cuán bajo!

¡Oh victoria de frustración!

¡Oh que crecen en
el apretón de puños
enfurecidos,

contra ti
cascabel de huesos!

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